La fiscalía de Milán ha pedido la quiebra de San Raffaele, el hospital fundado por Don Luigi Verzè. Y hasta la fecha no parece haber otra solución. Los activos llevan tiempo en cero y las deudas ascienden actualmente a 1,5 millones de euros, el triple de la facturación total de la compañía. Estos son los datos que llevaron a los fiscales Laura Pedio y Luigi Orso a proceder de esta manera.
Ayer por la noche, un comunicado del fiscal general de Milán, Edmondo Bruti Liberati, aclaró la situación: "Esta iniciativa tiene como objetivo principal detener una mayor disipación patrimonial, pero también está orientada a perseguir el interés público en cuyo ámbito la posición de los sujetos involucrados en diversas capacidades en este grave incumplimiento, tales como acreedores, empleados, colaboradores y usuarios del servicio de salud administrado por la Fundación”.
El segundo informe de Deloitte arroja luz sobre las cuentas del conocido instituto. Tras un primer dossier edulcorado en el que aparecía incluso un beneficio de 30 millones de euros, en el segundo aparece de repente un negativo de más de 200 millones y unas deudas de 1,5 millones. La decisión del fiscal llegó, pues, al cotejar estos datos de los auditores con los que había obtenido durante el registro del domicilio de Mario Cal (exadministrador del San Raffaele, que se suicidó el pasado mes de julio).
La audiencia de quiebra se ha fijado para el 12 de octubre, quedan pocos días pero deberían ser suficientes para la nueva Junta Directiva, muy deseada por el Vaticano que ha pagado 250 millones de euros para revertir la suerte del hospital, en vista de la presentación de un convenio de acreedores.
