A pocos días del décimo aniversario de los atentados contra el World Trade Center y el Pentágono, el espectro del terrorismo vuelve a sobrevolar Estados Unidos. Como hace diez años, la atención se centra en las ciudades de Washington y Nueva York, símbolos del poder político y económico de EE.UU. Fuentes de inteligencia hablan de una amenaza "confiable". La noticia la oficializó el propio presidente Obama, quien insistió en el tema durante su rueda de prensa de ayer.
La amenaza la traerían tres extremistas islámicos llegados en agosto desde Irán y Arabia Saudita, que planean detonar coches bomba durante las celebraciones en memoria de las víctimas. El diseño estaría en consonancia con los planos que se encontraron en la villa de Osama Bin Laden.
El alcalde de Nueva York, Bloomberg, dijo que la alerta es máxima y que se incrementarán las ya enormes medidas de seguridad. Mientras Obama afirma desde las columnas de "Le Figaro" que la lucha contra el terrorismo islámico está a punto de concluir de forma victoriosa, los estadounidenses se ven obligados a vivir una vez más con miedo
