Esta vez lo hicieron. Después de 24 años de decepción desde el último (y único) triunfo mundial, los ultrafavoritos All Blacks se llevan el título de vuelta a casa.
Un triunfo esperado, que parece una fotocopia del título 1987: edición en casa y final contra Francia. En su momento, sin embargo, el resultado fue más claro (29-9), esta vez en cambio los gallos asustan hasta el último suspiro: solo un punto marca la diferencia (8-7 el resultado final), con un gol cada uno y un partido muy equilibrado, que de hecho vio a Les Bleus dominar toda la segunda mitad en busca de un adelantamiento que nunca llegó. Para regocijo de los 50 Eden Park y de toda una nación, sacudida por el terremoto de Christchurch hace un año y que hace del rugby una auténtica religión, tanto que vive momentos de auténtica desesperación colectiva en caso de derrota.
Pero esta vez no es harakiri: la haka triunfó, las víctimas de Christchurch han sido honradas y toda una nación puede finalmente desatar su alegría.
Honor a Francia de todos modos, muy desfavorable en la víspera, que sin embargo se mantiene a lo grande. Quedará el arrepentimiento de un título mundial perdido por un punto.
Crónica de la final. Valiente comienzo para Francia, pero a los 15 minutos el pilar neozelandés Woodcock anotó un try tras un touch-out a 10 metros de la línea de gol francesa. En la segunda parte todo en 7 minutos: tiro de Donald en el minuto cinco, que será decisivo para el resultado, e inmediatamente después el try de Dusautoir transformado por Trinh-Duc. A partir de entonces, es Francia de asedio. Pero eso no es suficiente.
