La economía italiana está en problemas y necesita un "programa sustancial de reformas estructurales", de lo contrario "no saldremos adelante". Este es el último grito de alarma de Emma Marcegaglia, presidenta de Confindustria, tras la publicación de datos negativos sobre las estimaciones de crecimiento para 2011. Marcegaglia dijo que no ha recibido información oficial del gobierno sobre la maniobra económica en fase de gestación, pero aseguró que agradece el contenido anticipado por la prensa.
En particular, el presidente de viale dell'Astronomia acogió con satisfacción la hipótesis de intervención sobre las pensiones, la sanidad y el empleo público. Los industriales apuntan a una maniobra basada en el recorte del gasto y “estos partidos representan las tres cuartas partes del mismo –dice Marcegaglia–. Todavía no tenemos noticias sobre los temas que el gobierno está evaluando, pero nos enteramos de un nuevo aumento en la edad de jubilación y es correcto, de recortes en los costos de salud y es útil, y de afectar el costo de los empleados públicos y esto también es bueno". Sin embargo, quienes gobiernan el país deberían comenzar a dar un buen ejemplo interviniendo en los costos de la política. Un recorte que "tendría poco impacto en el gasto público, pero en un momento en el que se piden sacrificios, daría credibilidad a la maniobra".
Una voz discordante es en cambio la de Federico Ghizzoni, director ejecutivo de Unicredit: "No se puede esperar de brazos cruzados a que se hagan las reformas necesarias". Más bien, los bancos deben trabajar junto con las empresas para “hacer una contribución al crecimiento, lo que requiere reformas para ser sostenible. Mientras tanto, trabajemos".
