De todo esto “saldremos fortalecidos”. Así, el magnate australiano Rupert Murdoch intenta estrechar las filas de la probada plantilla de News Corp, tras el fuego cruzado al que la comisión parlamentaria de los Comunes le sometió a él ya su hijo James. Palabras de orgullo y sutil desesperación, las del CEO octogenario (también es presidente de su grupo). Y esta tarde se espera el discurso del primer ministro David Cameron, que informará sobre el escándalo en la Cámara de los Comunes, con una buena dosis de paja.
En Gran Bretaña, el Comité de Asuntos Internos de la Cámara de Representantes acusó a Scotland Yard de haber acumulado una "serie de fracasos" en la investigación de las escuchas telefónicas y criticó los "intentos deliberados" de la compañía de Murdoch de "obstruir la investigación": una situación que necesariamente involucra al gobierno. . Y la presión también proviene de la primera ministra australiana, Julia Gillard.
Gillard se negó a comentar sobre las declaraciones de Murdoch ayer, pero dijo que tendrá que responder preguntas "difíciles" incluso en su país de origen. Estas palabras, además, llegan tras la creciente petición de iniciar una investigación sobre el 'hackeo telefónico' también en Australia.
