El proteccionismo estadounidense es la nueva frontera del comercio internacional. Primero fueron los aranceles aduaneros sobre el acero y el aluminio, respectivamente al 25% y 10%, provenientes de China, luego los relativos a las importaciones de la Unión Europea, finalmente de Canadá y México, a pesar de las negociaciones para la renegociación del TLCAN.
Hoy, son los derechos de aduana sobre los automóviles, también del 25 por ciento, los que preocupan a los mercados. Trump amenaza con nuevas medidas proteccionistas sobre los automóviles, medida que costará 45 millones de dólares anuales. Factura considerable por valor de $ 5.800 más por cada automóvil importado a los Estados Unidos desde Europa, Corea, China y Japón. La estimación fue realizada por la Asociación de Fabricantes de Automóviles (Aam, Alliance of Automobile Manufacturers), grupo que representa a General Motors, Toyota Motor Corp, Volkswagen AG. “Las tarifas de automóviles generarán aproximadamente $45 mil millones en impuestos para los consumidores estadounidenses. Una medida que cancelará todos los beneficios de los recortes de impuestos introducidos por la Casa Blanca de un solo golpe”, dijo la portavoz de la asociación, Gloria Bergquist.
Estos nuevos aranceles impactarán no solo a los automóviles entendidos como producto final, sino sobre todo a todo el sector de componentes: “Hemos terminado nuestro dossier sobre los aranceles a los automóviles europeos que durante mucho tiempo se beneficiaron de Estados Unidos. Al final todo será uniforme, y no llevará mucho tiempo”, se lee en el perfil de twitter del presidente estadounidense. Por su parte, la Comisión Europea ha hecho saber que está preparada para actuar en consecuencia ante las nuevas amenazas de Estados Unidos.
Cabe señalar que la cadena de suministro de componentes individuales de automóviles está estrechamente interconectada entre los diversos países y diversos sectores: solo de los otros dos países del Nafta, México y Canadá, llegan componentes de automóviles por un monto de al menos 60 mil millones de dólares; Prácticamente, según estimaciones del Centro de Investigaciones Automotrices, cerca de la mitad de los componentes estadounidenses nacen en el extranjero. Además, el 30% de los sistemas de frenos vienen de China, el 21% de los volantes y suspensiones vienen de Japón, tanto como el 64% de los asientos vienen de México: si seguimos así, levantando muros y barreras arancelarias es probable que los coches se pueden comprar en piezas individuales y convertirse en modelos de colección. Los derechos de aduana, si bien en el corto plazo pueden representar un beneficio para quienes los imponen, obligan a repensar la dinámica económica internacional: será más caro el traslado y el costo de producción y, por tanto, el costo de venta de cada auto será más caro.
