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Omega tres: un mito para reducir después de 30 años de éxito (y un mercado rico)

Treinta años de éxitos y un mercado pujante que alcanza decenas de miles de millones de euros al año. Pero los muchos beneficios se ven reducidos por una investigación del Grupo Cochrane del Corazón 1. El consejo del nutricionista para garantizar nuestras necesidades de Omega tres con una sala de alimentación y ahorrar dinero en la compra de suplementos.

Omega tres: un mito para reducir después de 30 años de éxito (y un mercado rico)

Protagonistas absolutos del mercado de los suplementos, gracias a una de las campañas de marketing más extendidas jamás concebidas, con un mercado en constante crecimiento que alcanza las decenas de miles de millones de dólares al año, los Omega 2021 ocupan el escenario desde hace unos treinta años. Recién en XNUMX, gracias a un estudio de revisión autorizado, se redujo algo lo que era el conocimiento actual sobre el tema.

Comenzamos describiéndolos por lo que son y que estamos seguros no cambiarán por más estudios que se hagan. Los ácidos ω-3 (o PUFA 3) son un pequeño grupo de ácidos grasos poliinsaturados compuestos por el ácido linolénico (ALA), el principal, el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexanoico (DHA).

Citémoslos de ahora en adelante por sus abreviaturas, ya que así se les denomina generalmente. Cuando pensamos en ω-3, solemos pensar en ellos junto con otro grupo de ácidos grasos, ω-6 (PUFA 6). Ahora bien, ω-3 y ω-6 son dos caras de la misma moneda, pero no son lo mismo, y por tanto su función y beneficio también son diferentes.

Generalmente se recomienda mantener su proporción de ingesta en 5:1 a favor de ω-3, y dado que estos ácidos grasos se definen como esenciales, los introducimos solo con la dieta, no tenemos la capacidad de sintetizarlos. ¿Cuáles son las mejores fuentes de estas grasas? Los ω-3 tienen origen tanto vegetal como animal, ya que se encuentran en algunos tipos de pescados y en los aceites derivados de ellos, como sardinas, caballas, doradas, lubinas y sobre todo en pescados de mares fríos como el salmón ( y posiblemente no de piscifactoría, ya que la diferencia en el contenido de ácidos grasos es sustancialmente distinta a las "salvajes", que es mucho mejor), pero también en la mantequilla y los huevos.

Del lado vegetal podemos sacar ω-3 del aceite de oliva, aceite de linaza, soya, maní y sésamo. ω-6 encuentra más presencia en legumbres, frutos secos y aceites vegetales como maíz, girasol y soja (al igual que para ω-3).

En los primeros años de investigación y descubrimiento de estos compuestos, el ALA, LA y el ácido araquidónico fueron considerados y destacados como vitamina F, tanto se estimó su utilidad y eficacia. Seguimos en ω-3. Desde hace unos 30 años se han señalado algunos efectos beneficiosos, casi milagrosos, de estos nutrientes. Seguramente los efectos a nivel vascular son los más conocidos, y por tanto indirectamente también sobre el corazón. El beneficio que podemos obtener sobre los niveles de colesterol y triglicéridos, en sujetos resistentes a la dieta, ha sido estudiado y comprobado durante décadas, así como el efecto antiinflamatorio (frente a los ω-6, que en cambio son proinflamatorios).

Su uso en la prevención primaria de la aterosclerosis, y posteriormente en la secundaria, se reflejó en una disminución de las muertes súbitas cardiacas en sujetos que ya habían sufrido un ictus. Además, se valoró su utilidad sobre el sistema nervioso en conservación y desarrollo.

Desde que hemos sido capaces de encapsular estos ácidos grasos, nuestro día a día, sobre todo a partir de cierta edad, pasa por tomar algunos suplementos. Les recuerdo que los suplementos y medicamentos a base de ω-3 son diferentes, sobre todo en composición y asimilación.

Pero la fundación Umberto Veronesi destaca esta revisión realizada por el Grupo Cochrane del Corazón 1, en la que se redimensiona la función y utilidad de estos ω-3. De acuerdo con esta revisión, el conocimiento que tenemos hoy y las metodologías que nos permiten llevar a cabo investigaciones desmienten un poco los efectos beneficiosos que hemos mencionado anteriormente. Simplifiquemos este estudio con palabras.

Comencemos por cuáles son las confirmaciones que tenemos:

– El uso de antiinflamatorios también se recoge en esta revisión. Esta cualidad por lo tanto no se cuestiona, podría ser por la cantidad y cuánto realmente pueden echar una mano en un proceso inflamatorio;

– La capacidad de reducir el colesterol, especialmente para las fracciones de colesterol. Aumento de HDL, disminución de LDL y especialmente de VLDL y triglicéridos. La calidad ha sido confirmada, pero la efectividad ciertamente está siendo revisada. Si hasta hoy los datos nos decían que las fracciones de colesterol podían descender hasta un 20-50%, hoy se le atribuye un "modesto" poder reductor del colesterol y desde luego no el declarado anteriormente;

– El uso de medicamentos que contengan ω-3 puede considerarse válido si está respaldado por un plan nutricional.

– La mortalidad (número de muertes dentro de una población expresada en porcentaje) y la morbilidad (frecuencia con la que se presenta la enfermedad) en sujetos con alto riesgo cardiovascular no se modifica.

¿Qué, por otro lado, ha negado este estudio?

– Tener una suplementación con suplementos de ω-3 no aporta ningún beneficio, o casi, en comparación con quienes no los utilizan. Los medicamentos y una alimentación correcta son la clave para evitar recaídas y hacer prevención;

– La acción positiva de mantenimiento sobre el sistema nervioso parece no tener efecto en sujetos de edad avanzada o con patologías de deterioro cognitivo; 

– En prevención secundaria el riesgo de muerte súbita coronaria en sujetos que ya han tenido un evento no se modifica por el uso de suplementos de ω-3;

– Los mismos ω-3 tomados a través de un suplemento son muy diferentes cuando se toman a través de la ingestión de pescado.

Cada uno es libre de sacar sus propias conclusiones en este punto.

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