Avance saludable para Pepsi. El gigante estadounidense de los refrescos, el archienemigo de Coca Cola, quiere comprar Sodastream, una empresa israelí que produce un dispositivo para carbonatar el agua corriente del grifo. El noviazgo comenzó en 2015 y ayer se convirtió en una maxioferta de 3,2 millones de dólares.
El acuerdo requiere que PepsiCo pague $144 por cada acción de SodaStream, cotizada en el Nasdaq en noviembre de 2010. El precio incorpora una prima del 11% respecto al cierre bursátil del pasado viernes. Se espera que la transacción se cierre dentro de unos meses, a más tardar a principios de 2019.
¿Cómo se explica esta elección? Hoy, en promedio, los consumidores son más conscientes de la salud que en el pasado, por lo que las compras de bebidas hiperendulzadas o procesadas tienden a disminuir. La adquisición de la empresa insignia de "refrescos caseros" permitiría a Pepsi compensar, al menos parcialmente, esta caída, abriéndose paso en un nuevo segmento de mercado.
Sin embargo, desde el punto de vista de SodaStream, el acuerdo representa la posibilidad de expandir el negocio a nivel mundial. En la actualidad, la empresa israelí distribuye sus productos -no solo sifones para añadir burbujas al agua, sino también más de 100 tipos de jarabes para aromatizarla- en 45 países, para un total de 80 puntos de venta concentrados principalmente en Alemania, Francia, Canadá y los Estados Unidos.
Hasta 2015, la planta principal estaba en Cisjordania y la empresa empleaba a cientos de palestinos. Pero luego una fuerte campaña de boicot obligó a la empresa a cerrar la fábrica en Ma'ale Adumim. Los palestinos en contacto se redujeron así a unos setenta. Hoy, SodaStream tiene su sede en Lod, cerca del aeropuerto Ben Gurion, y cuenta con 13 plantas de fabricación en Israel.
