Un tour de force para vencer al filibustero. Este es el camino elegido ayer por la conferencia de líderes de grupo en el Senado, a propuesta del Partido Demócrata. En el centro de la discordia, por supuesto, el proyecto de ley de reformas constitucionales, que incluye la metamorfosis muy controvertida de la asamblea de Palazzo Madama para superar el bicameralismo perfecto.
Una vez fracasado el intento de lograr una reducción del número de enmiendas de las oposiciones (7.850 en total), el líder del grupo estableció que a partir del lunes los senadores se reunirán indefinidamente, con sesiones del 9 al 24, incluidos sábados y domingos, para llegar a aprobar el paquete de reformas antes de las vacaciones de verano.
Sin embargo, la decisión no encuentra de acuerdo a una de las partes que contribuyeron a redactar el texto en discusión, es decir, Forza Italia: "No puedo pedirle a mi grupo que vote sobre este calendario porque me parece irrazonable: la propuesta que estoy haciendo es continuar el debate como se había establecido y espero que mientras tanto la sensatez tome el control”, dijo Paolo Romani, líder del grupo FI en el Senado.
Pero el primer ministro Matteo Renzi no está de acuerdo: "Este Parlamento está en una encrucijada: o demuestra que es capaz de cambiar haciendo reformas o se condena a sí mismo y volvemos a votar".
Por ahora, sin embargo, no se han puesto restricciones de tiempo, tampoco la temida “guillotina” del que se había hablado con insistencia ayer por la mañana y al que se oponían abiertamente la Lega y el M5.
En tanto, ayer nuevamente Giorgio Napolitano defendió el camino de las reformas constitucionales, al oponerse a quienes critican el texto en discusión: “Por seriedad y sentido de la proporción -dijo el Jefe de Estado-, que no se muevan fantasmas de trampas y maquinaciones autoritarias. . Necesitamos superar extremismos y contrastes”.
