Después de Ucrania, todavía llega un nuevo posible foco de tensiones desde Europa del Este. De hecho, el domingo en Budapest y alrededores hay vuelta a las urnas y el partido de gobierno Fidesz (Unión Cívica Húngara), liderado por el primer ministro saliente Viktor Orban, sigue figurando como claro favorito. No sólo eso: no bastaron los métodos más bien autoritarios y fuertemente antieuropeístas de Orban, que quitó la bandera europea de los despachos institucionales y redactó la ley mordaza contra la prensa en 2010, el consenso parece crecer para Jobbik, un partido aún más extremista, que tras las elecciones francesas está reuniendo el creciente descontento continental contra la austeridad de Bruselas.
Tanto es así que el propio Orbàn declaró que "Jobbik es un partido aún más de derecha que nosotros", pero que "no basta con agitar los puños: siempre hay que sentarse en una mesa, porque el aislamiento es una mala respuesta". . Y, sin embargo, el gobierno de aislamiento de Fidesz fue el gran impulsor: hizo de la autonomía de la UE su fuerte (aunque Hungría recibió una financiación de 5,3 millones de euros de las instituciones europeas solo en 2013), ha rompió totalmente las relaciones con el Fondo Monetario Internacional y logró no ser nunca invitado por la Casa Blanca durante todo el período del mandato de 4 años, circunstancia que nunca se ha dado desde la caída del régimen soviético.
Orbàn, que sin embargo reclama resultados importantes como el Crecimiento del PIB y déficit por debajo del umbral del 3%siempre ha mirado más al Este que al Oeste: primero tratando de acercarse a los países asiáticos (en particular China, Arabia Saudita y Azerbaiyán, que no fue por casualidad el primer país en comprar una cantidad considerable de bonos húngaros) para aumentar su exportaciones más allá de la Unión Europea, luego con el controvertido acuerdo nuclear con Putin. La inversión de 10 millones de euros, prestada por Rusia, fue atacada por muchos, porque inmovilizó la economía húngara durante décadas sin ningún tipo de transparencia o posibilidad de conciliación bancaria. Un poco como lo que pasó en Ucrania.
