Cuatro años después de la victoria en las últimas elecciones y sólo dos años después del acuerdo nuclear con las potencias 5+1, Hassan Rohani, un reformista moderado, vuelve como candidato, en oposición al conservador Ebrahim raisi.
A pesar de que la última palabra, sin embargo, pertenece al líder supremo, el ayatolá Ali Khamenei, la figura del presidente influye en la imagen del país y en las decisiones políticas.
Hay muchos temas en juego: la relación de Irán con la comunidad internacional, los intereses en el conflicto de Yemen y los vínculos con Hezbolá en el Líbano. Pero sobre todo el de nuclear. Rohani fue el principal impulsor del acuerdo alcanzado con los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y Alemania, y ha destacado en reiteradas ocasiones las ventajas derivadas del acuerdo: flexibilización de las sanciones económicas del mundo occidental y mayor apertura al resto del mundo .
Los conservadores dirigidos por Raisi, en cambio, señalan con el dedo a la Estados Unidos y las potencias europeas.
La impresión es que la política de apertura de Rohani ha infundido confianza en los jóvenes y las clases medias, favoreciendo la expansión de internet y la difusión de las redes sociales. No faltan los escépticos, destacando la alta tasa de desempleo y el hecho de que el gobierno de Rohani se ha inclinado ante Occidente.
En Irán, el presidente es elegido por mayoría de votos, pero si ningún candidato logra alcanzar la mayoría absoluta en la primera vuelta, la segunda vuelta se realiza el viernes siguiente.
El ministro del Interior iraní ha pronosticado que aproximadamente el 72% de los votantes elegibles participarán en la votación, lo que representa más de 56 millones en total.
