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El decálogo "anti-Covid": defenderse en la mesa

Una dieta equilibrada y diversificada puede fortalecer el sistema inmunológico, incluso si no puede protegernos del riesgo de una infección por Covid-19. Son muchos los micronutrientes útiles para mantener el sistema inmunitario y combatir las agresiones externas de virus y bacterias: vitaminas, sales minerales, probióticos y prebióticos. Alimentos que pueden potenciar nuestras defensas inmunitarias.

El decálogo "anti-Covid": defenderse en la mesa

Nuestro sistema inmunológico depende de lo que comemos para funcionar bien. En los países en desarrollo, las muertes por infecciones a menudo no se deben a la infección en sí, sino a la incapacidad de nuestro cuerpo para combatirla debido a las deficiencias de nutrientes. Por lo tanto, tenga un sistema inmunitario eficiente es fundamental para defendernos de enfermedades o posibles infecciones. Por ejemplo, las personas con diabetes tienen más probabilidades de morir de covid-19 (uno de cada dos estadounidenses es prediabético o diabético), por lo que es fundamental reducir el azúcar y el almidón que suprimen el sistema inmunológico. Una nutrición adecuada, el descanso adecuado y el ejercicio ayudan a mantener altas nuestras defensas inmunológicas.

No hay evidencia científica sobre la efectividad de los alimentos que pueden prevenir o curar el coronavirus. Algunos estudios se centran en la quercetina, uno de los flavonoides más potentes. En cualquier caso, tener un buen sistema inmunológico es fundamental, pero depende mucho de los alimentos que llevemos a nuestra mesa.

¿Qué alimentos son imprescindibles para una alimentación correcta y saludable? Varios estudios han demostrado que la azúcares refinadospuede suprimir el sistema inmunológico durante horas después de haber sido tomado. Al limitarlos, como explicó Giuseppe Nocca, profesor de Historia de los Alimentos de la Fundación Bio Campus en Latina, en su discurso en la sección Noticias del mundo de los alimentos, se ayuda a que el sistema inmunológico funcione mejor.

Una nutrición adecuada también incluye la ingesta de proteínaesencial para la función inmunológica. La desnutrición proteica es un factor de riesgo significativo. Las proteínas de origen vegetal, como las legumbres, los frutos secos y las semillas, son suficientes si se consumen en cantidades suficientes.

Además, la salud pasa por el intestino y por ello hay que mantenerlo en equilibrio tomando los llamados alimentos probióticos (microorganismos vivos y activos). Contrastan la disbiosis (desequilibrio de la flora intestinal) y dificultan la proliferación de bacterias patógenas. Los encontramos en chucrut, kimchi, natty, miso, tempeh, yogur y kéfir. Los probióticos, para vivir, necesitan una nutrición adecuada, es decir prebióticos (fibra dietética no digerible) que se encuentra en: espárragos, alcachofas, alcachofas de Jerusalén, dientes de león, puerros, cebollas, ajo, plátanos, frijoles, manzanas, jícama, linaza y algas.

Las vitaminas, como sabemos, son la base de cualquier régimen de apoyo a la salud. Vamos a hablar acerca de vitaminas A, B, C, D y E. Las vitaminas A, D y E son liposolubles, se disuelven en la grasa y por tanto pueden acumularse en el tejido adiposo, por lo que no es necesario tomarlas con cierta regularidad. Si bien B y C son solubles en agua, nuestro cuerpo no los almacena.

La vitamina A preformada (la forma activa), se encuentra sobre todo en alimentos de origen animal: hígado, huevos, leche y derivados. Mientras que la provitamina A (betacaroteno) alimentos de origen vegetal: frutas y verduras de color amarillo-naranja-rojo o verde oscuro: albaricoques, zanahorias, bayas, tomates, calabaza, albahaca, perejil, espinacas y brócoli.

La vitamina A es beneficiosa para la visión, el desarrollo y fortalecimiento de los huesos, el crecimiento de los dientes y fortalece y mantiene la piel sana. También protege los pulmones de infecciones.

Le vitamina B son micronutrientes fundamentales para nuestro organismo, son buenos para la piel, las uñas y el cabello pero sobre todo equilibran el colesterol presente en la sangre, regulan la presión arterial y mejoran la memoria y el funcionamiento cerebral. Además, reducen tanto el cansancio como la fatiga.

Son en alimentos de órganos animales, como la carne de cerdo o de ave, las vísceras, el pescado, el tocino, los huevos y la leche y sus derivados. También en vegetal: hortalizas de hoja verde, guisantes, soja, legumbres, espárragos, cereales integrales, germen de trigo, frutos secos y levadura de cerveza seca.

La Vitamina C realiza varias funciones. En primer lugar es esencial para la salud y el crecimiento de células y tejidos, luego es un poderoso antioxidante y ayuda a prevenir el riesgo de tumores, especialmente en el estómago. Está localizado en alimentos frescos, por lo tanto, frutas y verduras como: cítricos, fresas, cerezas, mandarinas, kiwis, lechuga, radicchio, espinacas, brócoli, col, tomates, pimientos y patatas, especialmente patatas nuevas. Se recomienda consumir estos alimentos crudos o poco cocinados para disfrutar de todos los beneficios que esta vitamina puede aportar.

La La vitamina D, también conocido como "amigo del sol", es importante para la salud de huesos y dientes y ayuda a mantener los niveles de calcio. También favorece el buen funcionamiento del sistema inmunitario y de los músculos. Los estudios han demostrado que las personas con deficiencia de vitamina D tienen 11 veces más probabilidades de contraer un resfriado o gripe, mientras que la suplementación puede reducir esta posibilidad en un 42 %.

¿Por qué amigo del sol? En los meses de verano, cuando nos exponemos al sol, nuestro organismo produce de forma autónoma vitamina D. Mientras que en invierno hay que tomarla a través de los alimentos, aunque sea contenido en pocos alimentos de origen animal y nada en los vegetales. Lo podemos encontrar en salmón, atún, pez espada, caballa, ostras, gambas, sardinas, huevos (sobre todo en la yema), leche, leche de soja, hígado de vacuno, achicoria, diente de león, albahaca, champiñones, cacao y chocolate. El aceite de hígado de bacalao también es una excelente fuente de esta vitamina.

La La vitamina E es un antioxidante que nos protege de los radicales libres, que pueden debilitar nuestro sistema inmunológico. Antiinflamatorio y antiplaquetario, juega un papel importante como cardioprotector. Lo podemos encontrar especialmente en el frutos secos, en aceites vegetales (soja, maíz, girasol), en margarina y gérmenes integrales. También está presente en batatas, espinacas, hojas de diente de león, espárragos, garbanzos, berros, brócoli y castañas.

Luego también hay algunos minerales que son esenciales para el buen funcionamiento del sistema inmunológico, como por ejemplo hierro, cobre, selenio y zinc. Este último mejora el sistema inmunológico contra los virus de la gripe y las infecciones bacterianas. También mejora la vista y, al mismo tiempo, fortalece la memoria. Se encuentra en carnes rojas, pescados y mariscos (especialmente en las ostras), huevos, leche y derivados, salvado de trigo, cereales integrales, legumbres, calabaza, levadura de cerveza, setas, frutos secos y cacao.

El hierro ayuda a fortalecer el sistema inmunológico y aumenta la resistencia física. Es esencial para la actividad de algunas enzimas y para la producción de algunas hormonas. Lo podemos encontrar en alimentos como carnes rojas, vísceras, cereales, verduras de hoja verde, frutos secos y chocolate negro. En cambio, el cobre está involucrado en la respuesta inmune, por lo que contribuye al funcionamiento del sistema inmunológico, ayudando a combatir las infecciones y los radicales libres. Los alimentos ricos en cobre son los mariscos, las legumbres, los cereales integrales, el cacao y los frutos secos.

Por último, el selenio apoya el sistema inmunitario estimulando la producción de anticuerpos en nuestro organismo y se encuentra principalmente en pescados, carnes, verduras, leche, legumbres y frutos secos (especialmente pistachos, anacardos y nueces).

Según varios estudios, la falta de vitamina B puede, por ejemplo, tener consecuencias perjudiciales para nuestro cerebro. Esta escasez conduciría a una disminución de nuestras capacidades. Por tanto, es necesario saber qué alimentos evitar para no sufrir estos problemas.

Azúcares: algunas personas consumen muchos dulces, por lo que tienen un exceso de azúcar en la sangre. Según la Universidad de Berlín, estas personas son más propensas a sufrir problemas de memoria.

Comida chatarra: Una investigación de la Universidad de California muestra que la comida rápida no es buena para nuestro cerebro. Este tipo de alimentos es alto en calorías y grasas saturadas o procesadas, las cuales son dañinas para las sinapsis en el cerebro. También actúan negativamente sobre moléculas relacionadas con la memoria y el aprendizaje.

Carnes rojas: el consumo de carne roja deteriora la memoria. Un estudio de Boston encontró que las personas que comen mucha carne de res tienen una función cognitiva más baja que las personas vegetarianas, por ejemplo.

Carbohidratos simples: Este grupo de alimentos incluye leche entera, harina y azúcares refinados. Pueden causar problemas de memoria, especialmente en pacientes con diabetes tipo 2. También reducen el rendimiento académico.

Fructosa: Está presente en todos los alimentos procesados. También se encuentra en alimentos a los que se les agrega jarabe de maíz (refrescos, jugos azucarados, frutas enlatadas). Causa lentitud en el cerebro y causa problemas de memoria.

Los cinco grupos mencionados anteriormente no son los únicos alimentos dañinos. De hecho, existen otros alimentos que también pueden afectar al desarrollo de nuestro cerebro e inteligencia.

Alcol: Además de dañar nuestro hígado a largo plazo, provoca "niebla mental" o confusión mental. Afecta a nuestra capacidad de pensar con claridad en los momentos más comunes de nuestra vida diaria. Y es irreversible.

Frito: contienen productos químicos, aditivos, sabores y colores artificiales. Afectan nuestro comportamiento, causan hiperactividad e interrumpen nuestro funcionamiento cognitivo, así como las células nerviosas del cerebro. De todos los aceites utilizados para freír, el aceite de girasol es el más peligroso.

Alimentos muy salados: ya sabemos que la sal no es buena para la presión arterial, ni para las enfermedades del corazón. Pero puede dañar el funcionamiento de nuestro cerebro, como la capacidad de pensar y razonar.

Granos refinados: Es más probable que experimente confusión mental o pérdida de memoria.

proteína procesada: este grupo incluye embutidos y embutidos. Estas proteínas no aíslan el sistema nervioso; de hecho, lo sobreactivan. Lo mismo sucede entonces en el cerebro, provocando serias dificultades de concentración.

grasas procesadas: Estas grasas también producen colesterol, provocan obesidad y algunos problemas cardíacos. Hacen que nuestro cerebro sea más lento y también aumentan el riesgo de accidente cerebrovascular.

Edulcorantes artificiales: Los edulcorantes a menudo se consideran mejores que el azúcar, especialmente cuando se está a dieta. Esto es un error. Es cierto que los edulcorantes no tienen calorías, pero pueden ser contraproducentes para nuestro organismo. Si se toman durante mucho tiempo, pueden causar daño cerebral y ralentizar nuestras capacidades cognitivas.

La salud de nuestro sistema inmunológico depende de muchos factores. Cuidar nuestro organismo ayuda al sistema inmunitario frente a amenazas externas (virus, parásitos, bacterias u hongos) o internas (células cancerosas). Todo esto depende de nuestro estilo de vida: desde la alimentación hasta la actividad física, desde el nivel de estrés hasta el descanso. Una dieta equilibrada y diversificada puede fortalecer el sistema inmunológico, pero no puede protegernos del riesgo de una infección por Covid-19.

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