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Ecobonus en riesgo: los incentivos expiran en 2019

Llegan solicitudes de las Comisiones del Senado para ampliar la vigencia hasta 2021. Los resultados de los primeros veinte años de aplicación a favor de las familias son buenos. ¿Respetarán Lega y Cinquestelle lo que está escrito en el contrato del gobierno?

Ecobonus en riesgo: los incentivos expiran en 2019

El gobierno continuará con la incentivos fiscales a la recalificación energética de casas? La pregunta lleva unos días circulando entre expertos y empresas, coincidiendo con los tramos finales de la maniobra económica. En tanto, las Comisiones de Industria y Medio Ambiente del Senado han pedido prorrogar las concesiones por todo el trienio 2019-2021. Los ecobonos están haciendo bien a la construcción, a las inversiones, a las familias, por lo que hay motivos de sobra para alargar su vigencia. No podemos prescindir de ellos, sobre todo cuando son los propios ministros los que declaran que quieren orientar el mercado con ecobonos, permitiendo a todo el mundo hacer una elección ecológica, sin penalizar a nadie. No quieren verse asediados por los chalecos amarillos italianos, pero tienen que decidir.

No se sabe qué surgirá, pero la recomendación de las comisiones parlamentarias es clara: “Evaluar la oportunidad de intervenir para disponer que la extensión de las deducciones por gastos por intervenciones de eficiencia energética, rehabilitación de edificios y compra de muebles y electrodomésticos grandes, se extiende a todo el trienio 2019-2021". Es más que una invitación, en realidad, porque los bonos ecológicos vencen en 2019 y el gobierno puede influir en el futuro. En cualquier caso, desde 1998 hasta la fecha, los incentivos fiscales estatales han supuesto 17,8 millones de euros en intervenciones, en más del 57% de las viviendas. Y el sistema virtuoso ha activado inversiones por alrededor de 300 mil millones. El servicio de estudios Montecitorio y el centro de estudios Cresme que actúa en el sector de la construcción, presentaron un dossier temático propiciando las observaciones de los senadores. El reto es de interés, ya que había también informó el Eneas a principios de año. Todavía hay millones i ciudadanos que viven en viviendas construidas hace 30, 40 años fuera de cualquier ajuste de energía.

En 2017, el volumen de inversiones fue de 28.106 millones de euros. 3.724 millones para recalificación energética y 24.382 para rehabilitación de edificios. Desafortunadamente, la aplicación no ha sido uniforme.. Norte y Centro Sur han utilizado mejor el dinero que en el Sur, evidentemente la máquina burocrática de desembolso es más rápida y hay muchos más planes de reestructuración. El Sur, sin embargo, necesita la intervención del Estado en esta fase de abandono de las políticas de apoyo al crecimiento. Las ciudades con centros históricos por recuperar son lugares ideales para experimentar con soluciones energéticas avanzadas. Cientos de empresas están listas para hacer su parte con . Los efectos del apoyo estatal sobre el empleo también son interesantes. La población activa encuestada es de 426.745 trabajadores, de los cuales 284.497 son directos y 142.248 en industrias conexas. Si el gobierno decide continuar con los subsidios hasta 2021, el número de ocupados volverá a subir. Tendencia ya apuntada por Enea, cuando había estimado los costes medios de las reformas con trabajadores a contratar, suministros de servicios y materiales a adquirir.

Los cambios de sensibilidad cultural y social de los últimos veinte años han sido extraordinarios. Pensemos en la ruptura de generaciones preocupadas por el cambio climático y la calidad de vida urbana. Los cambios socioeconómicos son el marco adecuado para un país como Italia que tiene que afrontar el reto medioambiental pero con los recursos adecuados para familias y empresas. En los últimos años el Estado ha tenido menores ingresos por la exención de impuestos. Pero los barrios y las ciudades han ganado mucho. La utilidad social es amplia. Los 137 millones de euros menos para las arcas del Estado, explica el dossier Cresne, se deben a que el Estado recauda el producto adeudado en el año de ejecución de las obras y distribuye las deducciones fiscales a lo largo de los diez años siguientes.

Al final, el saldo negativo es inevitable, pero se puede tolerar. Finalmente, el dossier Cresme se puede compartir en sus conclusiones. Las deducciones fiscales han concentrado efectos sobre la aparición de rentas, sobre el empleo irregular, sobre la reducción de emisiones de CO2 en virtud de un consumo energético más responsable. La palabra, por lo tanto, pasa al gobierno que en la página 10 del contrato Lega - Cinquestelle invoca "instrumentos regulatorios efectivos destinados a promover una difusión cada vez mayor de modelos de desarrollo sostenible".

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