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Después del Covid-19 la apuesta por un mundo mejor

El nuevo libro de Antonio Calabrò, Responsable de Cultura de Pirelli y Vicepresidente de Assolombarda, titulado "Más allá de la fragilidad - Opciones para construir un nuevo tejido de relaciones económicas y sociales", publicado por Egea Bocconi, cuenta los temores de los ciudadanos ante la un evento de época como el Coronavirus, pero también indica las oportunidades para un renacimiento nunca tan esperado

Después del Covid-19 la apuesta por un mundo mejor

El brote repentino de un virus desconocido y peligroso ha expuesto la fragilidad del hombre moderno y las sociedades que construyó. Desde mediados del siglo pasado ha crecido el sentimiento de poder de los hombres quienes se consideraban cada vez más gobernantes de la naturaleza y creadores de su propio futuro. Pero entonces, un pequeño virus destruyó nuestra seguridad, oscureció nuestro futuro, ha despertado antiguos miedos los cuales se han sumado a los nuevos sobre los efectos de la tecnología que podrían reemplazarnos en el trabajo y en la inteligencia. Pero el hombre en su historia ha superado epidemias catastróficas y guerras destructivas, siempre logrando salir de las crisis con progreso material y cultural. ¿Volverá a ser así? ¿Volveremos a ser como antes de la pandemia o seremos mejores o peores?

A esta pregunta fundamental responde el nuevo libro de antonio calabro, responsable de cultura de Pirelli y vicepresidente de Assolombarda y de la Unión Industrial de Turín: “Más allá de la fragilidad: opciones para construir un nuevo tejido de relaciones económicas y sociales”, Egea, Bocconi. Una respuesta problemática pero básicamente positiva. "La Italia que viene será el desarrollo de la mejor Italia que ya existe", afirma Calabrò tras un amplio examen de las fortalezas de nuestro país, sin ocultar los problemas y debilidades que nos aquejan desde hace tiempo y que hoy se manifiestan ellos mismos con renovado vigor.

Antonio Calabrò (Imagoeconomía)

Debemos partir de la constatación de que la crisis sanitaria y la impactante crisis económica que se está manifestando como consecuencia, han aumento de los temores públicos, no solo de los de menor nivel de ingresos, sino un poco de todas las clases sociales, pues todos ven cuestionada la posición a la que han llegado. Aumenta exponencialmente la solicitud de protección, ayuda y apoyo a la renta sino también de la condición social de uno por el estado. Esto está conduciendo a la fortalecimiento de aquellas fuerzas políticas que viven del miedo, que ofrecen recetas tan milagrosas como engañosas, que pretenden centralizar el poder dentro de los viejos sistemas estatales que, basados ​​en la intolerancia y el fanatismo, ya han traído grandes tribulaciones a la humanidad.

Y este es un fenómeno que se puede observar en todo el mundo. Hemos visto los trastornos políticos que han tenido lugar en los Estados Unidos y en Gran Bretaña. Desde un punto de vista cultural, ciertas críticas destructivas a la globalización ya las faltas del hombre sobre los cambios en la naturaleza y el clima han contribuido a sembrar incertidumbres y deslegitimar a toda una clase dominante que, entre muchas faltas, ha tenido bastantes merecidas.

Pero en Italia esta crítica radical al orden político y social tuvo efectos peculiares incluso antes del estallido de la pandemia.. Somos el único país donde las fuerzas populistas y soberanistas son en clara mayoría y han llegado al poder, no solucionando, sino acentuando todos los antiguos defectos estructurales y culturales de nuestro país.

Una empresa que lleva años abandonado la escuela a impulsos corporativos disfrazados de ideologías progresistas, que no invierte en investigación, que no evalúa el mérito como elemento de selección gerencial, que cultiva una cultura sustancialmente antiempresarial y antimercado, que, como dijo el exmagistrado Luciano Violante, aprueba leyes que parten del supuesto de que los empresarios son por lo general sinvergüenzas y que hay que controlarlos paso a paso; una empresa de la que se deleita en hablar objetivos falsos como las anualidades o el Mes en vez de ocuparse de cómo volver al crecimiento normal y dar salida a los jóvenes, una sociedad como esta no deja pues muchas esperanzas en la capacidad de reinventarse un futuro.

Sin embargo, como recuerda Calabrò, "ex malo, bonum". Las crisis también son oportunidades, las personas que se enfrentan al mal pueden volverse repentinamente hacia el bien. Italia tiene fortalezas importantes en sus empresas que están en los mercados internacionales, en mecánica y mecatrónica, en muebles, en moda, en alimentos, sin mencionar el turismo y todas las actividades relacionadas con la cultura. Debemos saber explotar nuestras fortalezas y corregir nuestras debilidades. Estos últimos están enclavados en el sector público al que ciertamente no se le puede encomendar el papel de nuevo jefe de los negocios, en la Justicia, y en las escuelas. Con todo, salvo el caso de Lombardía, nuestra sanidad no se ha desfigurado en la emergencia de la epidemia. Usando bien el dinero del Mes podría fortalecerse aún más y ser un punto de excelencia también para el llamado turismo de salud.

Nos encontramos en una encrucijada. Debemos convencer a nuestros conciudadanos para que pidan al Estado las cosas correctas y no la asistencia perpetua, que luego se paga con la expansión imparable de la pobreza. Lo que hay que tener del sector público es una cobertura real de los riesgos más graves, una previsión en la prevención de crisis económicas o sanitarias. Debe crearse un consenso en torno a la renacimiento de una sociedad liberal capaz de remediar los defectos del modelo liberal anterior y asegurar a través de un buen ritmo de desarrollo ese progreso constante que la gente desea. No se trata de prometer riqueza a todos, sino que todos tendrán la posibilidad de realizarse en cualquier trabajo que quieran elegir y así encontrar satisfacción en la vida.

El libro de Calabrò abre importantes espacios de reflexión, sobre todo teniendo en cuenta los orígenes del autor, en un mundo empresarial que ha tenido demasiados desvíos hacia el legaísmo populista en los últimos años, pero que ahora tendrá que asumir muchas más responsabilidades para favorecer el renacimiento de una Italia mejor y más coherente.

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