El tiempo se ha acabado y esta mañana en Madrid el presidente catalán Puigdemont tendrá que decirle claramente al presidente español Rajoy si el Gobierno de Barcelona ha proclamado la independencia o tiene intención de renunciar a ella más allá del polémico resultado del referéndum del otro domingo.
El ultimátum de Madrid expira a las 10: si Cataluña confirma la independencia, inmediatamente se desencadenarán contramedidas por parte del Gobierno central, que pueden llegar a poner en comisión a la región y detener a su presidente, Puigdemont. Si, por el contrario, Cataluña renuncia a la secesión, se abrirán negociaciones para cambiar la Constitución española y reconocer una mayor autonomía, incluso fiscal, para Barcelona y para toda Cataluña, sobre el modelo de lo que ocurre con el País Vasco.
Toda España está conteniendo la respiración y Europa también, pero en vísperas de la hora de la verdad el presidente catalán se mostró sibilino: "La paz y la democracia -dijo- son los principios en los que se basan las decisiones que hay que tomar: debe responder con valores democráticos a las imposiciones y agresiones”. Pero luego pidió a Rajoy un margen de dos meses para negociar una salida política del choque por la independencia e instó a una reunión con Madrid "lo antes posible".