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Los kurdos vencen a ISIS pero Erdogan no celebra

Rojda Felat, la heroína de la conquista de Raqqa y comandante en jefe del ejército kurdo de 30 mujeres, anuncia la victoria final y desplaza a Erdogan que quisiera anexar la zona nororiental de Siria a Turquía en una función antikurda pero que en realidad arriesga en las elecciones a alcalde del 31 de marzo y ya no cuenta con el apoyo de los mercados financieros

Los kurdos vencen a ISIS pero Erdogan no celebra

Mientras la trágica estela de terror y muerte dejada por ISIS termina en las alturas de Baghouz tras 5 años de duro conflicto, las tropas kurdas anuncian su victoria final sobre el terreno y las células terroristas repartidas por el mundo quedan sin guía. El ejército kurdo cuenta con más de 30 mujeres que integran la Unidad de Protección de la Mujer Lucha. Está comandado por Rojda Felat, la heroína del asalto a Raqqa.

La bandera de las Fuerzas Democráticas Sirias ondea recordándonos que entre los caídos en los últimos días de batalla también se encuentra un italiano, Lorenzo Orsetti, que perdió la vida en una emboscada del ISIS. La intervención de los aviones de combate estadounidenses fue decisiva, pero los ánimos siguen tensos porque las guerras territoriales dejan millones de refugiados y casi medio millón de muertos.

Los turcos se han colado en este conflicto desde el año pasado, solo para lanzar una ofensiva de oportunismo contra el enclave kurdo en enero. Durante dos meses las incursiones bloquearon zonas enteras impidiendo la llegada de ayuda humanitaria a una población ya agotada por un conflicto que en estos 8 años ha visto el mayor número de potencias extranjeras desde el enfrentamiento de la posguerra en territorio sirio.

El objetivo de Erdogan es claro y radica en la ambición claramente expresada a los rusos durante las cumbres tripartitas con Irán, primero en Astana y luego en Sochi. El líder turco quiere controlar el norte de Siria para evitar la creación de un estado kurdo, pero sus objetivos van desde el comercio de gas hasta otros intereses económicos en varios sectores desde la defensa.

El sueño es replicar la situación del norte de Chipre, una espina clavada para Europa también en Oriente Medio, con una gran zona de seguridad bajo el control del ejército turco y que forma parte del sueño neootomano del “sultán Erdogan”. Sin embargo, tal escenario no haría felices a sus aliados. Por el contrario, las recientes proclamas de los rusos tienden a redimensionar los objetivos iraníes y turcos de mantener a Assad en el poder, defendiendo la hegemonía en el Caspio y en el Cáucaso sin llegar a un enfrentamiento con Estados Unidos.

Y así, a pocos días de las elecciones, las nubes se ciernen sobre Turquía: no solo por el riesgo de que se desvanezcan los sueños de anexión de las provincias sirias o porque los recientes descubrimientos de yacimientos en aguas chipriotas verán las posiciones de Grecia, El sur de Chipre, Israel y Egipto se fortalecieron en clave anti-Hermanos Musulmanes y por tanto opuestos a Ankara, pero sobre todo porque los mercados no apoyan a Erdogan.

Desde hace meses, las perspectivas de los Países Emergentes persiguen comentarios poco favorables sobre la recuperación de Turquía frente a otros países emergentes que han experimentado un inicio de año con flujos de inversión claramente crecientes, tras cerrar 2018 con el peor comportamiento del MSCI Emerging Markets desde 2015 , cayendo por debajo del umbral psicológico de 1000.

Desde que el pasado mes de julio Erdogan asumió el poder de nombrar directamente al Gobernador del Banco Central, retiró la ratificación del Gobierno por el Parlamento y nombró a su yerno como Ministro de Economía y Finanzas, han sido muchos los inversores extranjeros que se han distanciado definitivamente ellos mismos del país. Y por tanto el choque frontal con JP Morgan, culpable de incitar a los especuladores contra la lira turca, no tiene en cuenta que la suspensión por parte del Banco Central de las operaciones de financiación a los bancos comerciales ha asestado el golpe final a la moneda, provocando que vuelva a cotizar. pánico el pasado mes de agosto, después de que unos días antes el PIB del cuarto trimestre de 2018 hubiera cerrado un 3%, confirmando una recesión sin salida.

Por lo que en las próximas elecciones del 31 de marzo, para elegir alcaldes en todo el país, aunque Erdogan no sea candidato, se pondrá en entredicho la estabilidad de la alianza de gobierno entre el AKP (Partido Justicia y Desarrollo) de Erdogan y los nacionalistas de la MHP que se desmarcó el otoño pasado de un acuerdo que los había visto estrechamente vinculados al AKP en todas las pasadas elecciones. Difícilmente serán elecciones libres abiertas a los observadores internacionales para confirmar que el giro del régimen hacia el populismo ultraconservador en los últimos tres años, desde el golpe de 2016, y las medidas de emergencia aún vigentes dejarán poco margen de verificación, donde no hay ya no hay libertad de expresión y asociación.

Mientras tanto, la semana pasada, el Parlamento Europeo aprobó una resolución para suspender las negociaciones de adhesión a la UE con Turquía debido al empeoramiento de las condiciones para la libertad de prensa, la corrupción y un estado de derecho que continúa reprimiendo duramente a las oposiciones. Pero la cuestión de los más de tres millones de refugiados sirios permanece, aunque aplazada a un próximo Parlamento Europeo, cuando en mayo tanto desde el punto de vista de la UE como de la nueva estructura de Siria quedará más claro cuánto espacio tendrá Erdogan todavía tiene que llevar a cabo sus ambiciones territoriales.

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