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Tlc en Italia, una industria en declive pero ¿lo sabe la política?

Caída de precios, competencia desenfrenada, inversiones insostenibles, rentabilidad cada vez más baja, recortes de empleo: la industria de las telecomunicaciones en Italia está claramente en crisis pero la política parece no darse cuenta - Quizás es hora de que despierte

Tlc en Italia, una industria en declive pero ¿lo sabe la política?

Colapso del precios, competencia sin sentido, inversiones insostenible, rentabilidad más y más bajo, corte de laocupación: el estado de telecomunicaciones italianas, hasta hace veinte años uno de los buques insignia de la economía nacional, es ahora un caso en Europa. Lo que también debe hacer reflexionar a los reguladores, cuyo impulso hacia la hipercompetitividad en los precios -casos sensacionales de H3G antes y Ilíada ahora – con respecto a la calidad del servicio y la creación de valor en función de inversiones sostenibles terminó poniendo contra las cuerdas a la industria de telecomunicaciones italiana, sobre todo desde el punto de vista financiero.

Las cifras hablan por sí solas y son despiadadas: entre el 2012 y la 2018 las principales empresas de telecomunicaciones que operan en Italia perdieron alrededor de 7 mil millones de euros en ingresos, a pesar del fuerte crecimiento del tráfico de datos tanto en redes fijas como móviles. particularmente impresionado móvil, que en 2018 registró una reducción de ingresos de más de 900 millones y alcanzó su nivel más bajo desde 2014. La culpa es de colapso de precios y las altas inversiones realizadas.

La dinámica de los precios deja poco margen a las TLC italianas: no solo son de media inferiores a las de los principales países europeos pero también son en contraste con los precios de otros servicios públicos, que entre 2012 y 2018, en cambio, continuó en la senda ascendente. Por otro lado, los precios de las TLC en Italia han bajado constantemente y están muy por encima de la media europea.

Pero a medida que los precios se desplomaron, las inversiones de las empresas de telecomunicaciones italianas subieron, hasta alcanzar en 2018 el valor más alto de los últimos 10 años: 7 millones de euros (uno de los valores más altos de toda la serie histórica), a los que hay que sumar 1,9 millones de euros de desembolsos en licencias, que suman otro 5,3 millones de euros en los próximos años para licencias 5G y el compromiso económico necesario para apoyar el desarrollo de la red.

No hace falta decir que entre el colapso de los precios y el crecimiento del gasto de inversión, la rentabilidad de las telecomunicaciones italianas está en picada, tanto es así que, frente a los 90 millones de euros invertidos, la rentabilidad es de solo 2 millones, equivalente a 2,1% de retorno sobre el capital invertido, un nivel que se sitúa por debajo del coste del dinero.

Por lo tanto, no es de extrañar que, además de los estados financieros de la empresa, también sea el empleo que entre 2012 y 2018 perdió la belleza de 8 mil empleados.

De momento no hay señales de un punto de inflexión en el horizonte y el riesgo de que todo el sector acabe debilitándose aún más es muy concreto.

El primer peligro de una situación objetivamente insostenible es la mayor reducción del empleo, porque la hipótesis de que las empresas se ven obligadas a racionalizar aún más -léase: recortar- la mano de obra es cualquier cosa menos descabellada. Frente a un total de 118.700 empleados en toda la cadena de telecomunicaciones en 2018, se produjo una caída del 1,4% y la tendencia no parece destinada a revertirse, pese a que la reducción de la plantilla en el sector ya ha sido de 8 mil unidades en 6 años.

El segundo peligro se refiere la disminución de las inversiones tanto en innovación como en mantenimiento, con efectos nocivos sobre la calidad de los servicios ofrecidos a los clientes. La fuerte contracción de la capacidad de generar caja, que en 10 años ha pasado de 10 millones de caja a un flujo de caja negativo, hace que las nuevas inversiones sean cada vez menos sostenibles.

Finalmente, el estado insatisfactorio de las telecomunicaciones italianas podría llevar inversores extranjeros a reducir su presencia en Italia poniendo en peligro la construcción de infraestructuras estratégicas para nuestro país. Pero también podría disuadir a posibles nuevos inversores extranjeros de entrar en el mercado italiano de las telecomunicaciones.

Frente a una situación del sector, cuanto menos, despiadada, cabría esperar que la política -empezando por el Gobierno- diera un golpe, pero hasta el momento no hay indicios de ello y existe una fuerte duda de que la ciudadanía el poder aún no ha percibido claramente el estado de emergencia de las telecomunicaciones italianas.

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