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Impuestos y cigarrillos electrónicos, terremoto sorpresa

A cada recarga de cigarrillo electrónico de 10 mililitros se le aplicará un impuesto de 3,7344 euros más IVA, una subida que, según los operadores del sector, podría suponer una subida de los precios al consumo del 150%.

2015 se abrió bajo el estandarte de importantes innovaciones para el mundo del tabaco y los cigarrillos electrónicos y para quienes los usan. Un auténtico soplo de aire fresco para Hacienda. Tras la entrada en vigor del Decreto Legislativo del Tabaco, la Agencia de Aduanas y Monopolios reorganizó los impuestos especiales mediante la publicación de dos resoluciones dedicadas al tabaco y otras dos destinadas a determinar el impuesto al consumo de líquidos inhalados.

En cuanto a las "rubias", el precio de un paquete aumentará una media del 5,5%, por ejemplo el Marlboro Gold pasará de 5 euros a 5,20 euros mientras que la versión Touch ahora se indica a un precio de 4,8 euros, frente a el anterior 4,6 euros. La única excepción la representan los John Player Specials que se mantienen sin cambios a 4 euros. Los aumentos de precios están a la vista, pero no es una sorpresa, incluso para puros, puritos y tabaco fino.

Si para el tabaco fue un simple aumento de precios, la sorpresa llegó en cambio para el mundo de los cigarrillos electrónicos, sacudido por un verdadero terremoto, esperado por los operadores del sector, pero no en las dimensiones en las que realmente llegó.

A la espera de una disposición definitiva sobre el impuesto al consumo aplicable a estos productos, indisolublemente ligado a la medida de una equivalencia fantasma entre cigarrillos electrónicos y cigarrillos tradicionales, de hecho, los sobresaltos de advertencia se revelaron con la primera resolución provisional de ADM (vencida el pasado mes de enero 20), que fija la tarifa en 3,33€ por cada 10ml de líquido por recarga.

La semana pasada la medición, a través de una misteriosa máquina (comprada para la ocasión), que se suponía permitiría equiparar el "vape" de líquidos inhalados, a la calada de un cigarrillo tradicional, proporcionaron los directivos y técnicos de los laboratorios ADM. los datos necesarios para medir la equivalencia entre cigarrillos tradicionales y cigarrillos electrónicos. El resultado fue la determinación final de la Agencia de Aduanas y Monopolios que fijó el impuesto en 3,7344€ por cada 10ml de recarga. Traducido a números reales, a cada recarga de e-cigs de 10 mililitros se le aplicará un impuesto de 3,7344 euros más IVA (por lo que el precio actual aumentará en unos 4,50 euros por recarga), un incremento que, según operadores del sector, podría provocar a aumentos de precios al consumidor del 150%.

De ahí, evidentemente, el desconcierto de la Asociación Nacional de Humo Electrónico, Anafe-Confindustria, cuyo presidente Massimiliano Mancini subrayó que “La norma dictada por la Adm denota lamentablemente una absoluta indiferencia hacia la realidad industrial del sector y también hacia las indicaciones del Parlamento de reducir la carga tributaria y poner fin a los litigios, que en cambio explotarán, y así seguirán perjudicando a las empresas y las arcas estatales. Solo podemos apelar al primer ministro Renzi, al ministro de Economía Padoan y al Parlamento –continuó Mancini– a quienes preguntamos por qué permiten esta persecución”.

Anafe-Confindustria, como se temía desde hace meses, reitera que “esta disposición y el valor de este impuesto destruirán por completo la competitividad de un sector que ya se considera una excelencia italiana en todo el mundo. Disposición dictada con base en interpretaciones discrecionales de normas técnicas y con base en cuestionables protocolos de cálculo del consumo promedio de cigarrillos tradicionales y líquidos inhalados sin fundamento científico”.

La confusión denunciada por Anafe-Confindustria probablemente generada por un encuadre erróneo del fenómeno e-cig por parte del legislador que, desde el inicio de lo que parecía ser un auténtico boom y que se remonta a finales de 2012, al ver la explosión de The tendencia del tabaquismo electrónico ha temido quizás (¿?) un cambio masivo de los consumidores de tabaco tradicional al cigarrillo electrónico, lo que, sin duda alguna, habría supuesto una sangrienta caída de los ingresos fiscales para las arcas del Estado (ya que los líquidos no estaban sujetos a impuestos especiales). ).

La única forma de mantener invariable la recaudación tributaria era colocar los líquidos inhalados bajo la tutela de la Agencia de Aduanas y Monopolios, justificando la acción mediante una ecuación imaginativa e incorrecta. Pero la realidad hoy se ve muy diferente. Los dos productos no son nada comparables (la única sustancia que tienen en común los líquidos inhalados y el tabaco es la nicotina que está completamente ausente en varios líquidos) y esos ingresos con los que el Estado creía poder contar, ahora que el riesgo es el derrumbe de todo el sector, corren el riesgo de no llegar nunca.

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