2017 será el año en el que Suiza podría perder definitivamente su carácter de neutralidad y confidencialidad en las cuentas corrientes bancarias. La directiva europea, que acompaña a este cambio, prevé un gravamen del 35 % sobre todo el capital suizo depositado por ciudadanos de la UE y el intercambio automático de datos fiscales.
La carga fiscal corriente, representada por la denominada "retención de impuestos del euro", es igual al 35% de los intereses de las cuentas corrientes relativas únicamente a personas físicas y no a empresas. Para Italia, esto implica una recaudación actual de aproximadamente 100 millones de euros al año frente a ingresos potenciales, a partir de 2017, de unos pocos miles de millones de euros.
La Confederación Suiza, temerosa del "picadura" fiscal y más aún del fin de su atractivo que le otorga el secreto bancario, intenta salir adelante desde 2010: los acuerdos exitosos fueron los de Gran Bretaña y Alemania, con tasas flexibles y ventajosas. para ambas partes, a cambio de no revelar los datos de los titulares de las cuentas.
También Italia, como afirmó el presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado, Lamberto Dini, estudiaba una solución cercana a la de Alemania y Gran Bretaña. Sin embargo, esta solución fue totalmente abandonada por el propio Mario Monti, un acérrimo europeísta y firme partidario de la armonización fiscal entre todos los estados de la UE.
Además, la "amenaza" del comisario europeo de políticas fiscales, Algirdas Sementas, de iniciar procedimientos de infracción contra todos los que hayan suscrito y estén suscribiendo acuerdos individuales con Suiza, en claro contraste con la acción comunitaria única.
