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Silvestri (Iai): reconstrucción de Libia bajo el liderazgo de Europa y sin hegemonías nacionales

No será fácil reconstruir Libia después de cuarenta años de dictadura. Para ello, es fundamental el liderazgo de una gran institución internacional como es la Unión Europea. Siempre que cesen los sueños de hegemonía nacional al estilo francés. El liderazgo de la UE también sería una excelente perspectiva para Italia

Silvestri (Iai): reconstrucción de Libia bajo el liderazgo de Europa y sin hegemonías nacionales

El régimen de Gaddafi ha terminado, pero aún no está claro quién será su sucesor. Ciertamente, el gobierno provisional establecido por las fuerzas rebeldes en Bengasi es ahora el representante oficial de Libia en el extranjero, pero nadie sabe cuánto apoyo obtiene internamente. Este problema, por supuesto, lo tendrán que resolver los propios libios, con procedimientos que todos esperan sean lo más democráticos posible, pero la realidad es que después de más de cuarenta años de dictadura y unos sesenta años después de la creación de un Estado unido e independiente Libia, este país podría tener grandes dificultades para emprender el camino de una verdadera reconstrucción del estado.

Esto requerirá la ayuda y el apoyo de los países que apoyaron el levantamiento. Pero sobre todo hay que evitar intentos más o menos explícitos de poner al país bajo la protección de tal o cual potencia, quizás incluso con la justificación de un supuesto "papel clave" jugado en esta primera fase de la guerra civil. Ya al ​​final de la Segunda Guerra Mundial había surgido el riesgo de una división tripartita de Libia, con Tripolitania más autónoma, Fezán bajo protección francesa y la Cirenaica británica. Hoy los juegos y las divisiones serían quizás diferentes, pero el resultado sería igualmente desastroso, alimentando los inevitables conflictos y celos internos desde el exterior y bloqueando efectivamente tanto los procesos de pacificación como los de reconstrucción.

Una de las formas de evitar el desastre es confiar el liderazgo político de esta segunda fase a una institución internacional. Si en la fase militar fue la OTAN, en esta segunda fase debería ser claramente la Unión Europea. El Tratado de Lisboa dota a la Unión de las herramientas y habilidades necesarias para llevar a cabo esta tarea, siempre que algunas de las principales potencias europeas no vayan en una dirección completamente diferente.

Sin duda, esta sería también la mejor solución para Italia, que tiene enormes intereses en Libia y que sigue siendo el socio natural de este país gracias a los numerosos lazos comerciales, industriales y tecnológicos establecidos en los últimos años (antes y durante el régimen dictatorial de Gadafi). Una posición tajante de Italia, que se niega a una gestión nacional de las relaciones con el nuevo régimen, en favor de una gestión europea, sería una señal contundente, difícil de ignorar incluso para quienes, hoy, se presentan como garantes de la nueva Libia.

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