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Scalfari, Berlusconi y el voto útil: amplios acuerdos o caos

Al tirar de la torre a Di Maio y al Cinco Estrellas en lugar de a Berlusconi, el fundador de Repubblica ha sacado a relucir el problema central de las próximas elecciones políticas que no es el de despejar aduanas o no el líder de Forza Italia sino el de poner un dique contra la ingobernabilidad acentuada por la deriva grillina y para allanar el camino a las múltiples variantes posibles del gobierno de amplios acuerdos.

Scalfari, Berlusconi y el voto útil: amplios acuerdos o caos

Le bastó al fundador de la República Eugenio Scalfari, ícono del periodismo nacional y siempre orgulloso opositor de Silvio Berlusconi, decir en TV que el populismo del líder de Forza Italia le parece menos inconsistente que el de Di Maio y el Movimento 5 Stelle por desatar una tormenta sobre el llamado voto útil en las próximas elecciones políticas y sobre improbables reveses en la cara. Hasta el punto de que el propio Scalfari, cubierto de insultos grillini por parte de esos señores del diario (pero para mí -comentó con sutil ironía el fundador de Repubblica- son "una especie de Legión de honor"), se vio obligado a precisar dos cosas : 1) que nunca ha votado y nunca votará por Berlusconi pero siempre ha votado y seguirá votando por Pd; 2) que "en caso de extrema necesidad para superar una situación paralizante del país, el Partido Demócrata podría verse obligado, como ya sucedió en el pasado, a un acuerdo que no tenga carácter político con Forza Italia, siempre que se separe de Salvini". 

Esta última hipótesis, que recuerda de cerca los tormentos que viven estos días Alemania y sobre todo Angela Merkel y el SPD, en realidad parece plausible, si se escuchan las encuestas que ven al centroderecha con ventaja sobre el centroizquierda que sobre el Cinco Estrellas pero que plantean la hipótesis de que el Partido Demócrata puede pasar por encima de los grillini y reducir las distancias con el centro-derecha en el caso de que consiga unir a Pisapia, los Verdes y los Radicales y otras pequeñas formaciones de centro en una coalición.  

Pero, a pesar de la movilidad de las urnas, si no se quiere invadir escenarios surrealistas, es bueno no olvidar tres puntos esenciales: 1) que hay tres polos en el campo (centroderecha, centroizquierda y M5S). ) y que, en ausencia de una mayoría de ley electoral e incluso más que la boleta francesa, no es previsible una carrera por la última votación entre solo dos alineaciones en el modelo de Ostia; 2) que, en el estado de las urnas, parece improbable que uno de los tres polos pueda alcanzar el umbral del 40% de los votos y ganar el premio mayoritario reservando solo al futuro gobierno; 3) que hemos vuelto a una ley electoral sustancialmente proporcional, como en la Primera República, que no prevé ninguna investidura popular del primer ministro, sino que será elegido por el Presidente de la República no sólo en base a los votos recibido de los electores sino en la capacidad de formar alianzas que le den una mayoría al nuevo gobierno. 

De ser así, aun considerando el no imposible desmoronamiento de los polos tras las elecciones y las reticencias del Cinco Estrellas a buscar aliados (salvo que lleguemos a la genuflexión de Mdp o al salto codorniz de Salvini y Meloni al rescate de Di Maio), el guión parece empujar hacia una encrucijada ineludible: o nos resignamos a la ingobernabilidad y nos preparamos para volver a votar dentro de unos meses o Silvio Berlusconi y Matteo Renzi se verán obligados, de cualquier manera, a encontrar un acuerdo, como sucedió con Pd y Forza Italia en la época de los gobiernos de Monti y Letta y el llamado Pacto del Nazareno. Y paradójicamente, la baza no será quien obtenga más votos sino quien sepa tejer mejor la red de alianzas o quien, incluso desde posiciones minoritarias, sea capaz de garantizar a su interlocutor la fuerza para alcanzar la mayoría parlamentaria. ¿Pero Berlusconi y Renzi, Forza Italia y el Partido Demócrata tendrán los números para crear una mayoría? Este es el verdadero quid de la próxima contienda electoral.  

Pero entonces la batalla por el voto útil no es la de Berlusconi y Di Maio sino la de todas las fuerzas disponibles (Forza Italia y Pd a la cabeza) para garantizar la gobernabilidad del país (aunque con posiciones parlamentarias diferentes) y la Cinco estrellas. En definitiva, o avanzamos hacia algún tipo de acuerdo contra las aventuras o la ingobernabilidad es inevitable. 

Es por eso que la señal lanzada por Scalfari, red de explotación inútil, es una señal importante que baraja las cartas sobre la mesa y delimita el campo de juego centrándose en la evanescencia de la oferta política de Grillina (sin mencionar a Bersani y D'Alema y las siglas a su izquierda) y despejando las costumbres no tanto del ex Cavaliere sino del diálogo entre Forza Italia y el Partido Demócrata que los resultados electorales podrían empujar a amplios acuerdos para regatear el atolladero de la ingobernabilidad. 

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