Del crack al boom. En diez años –el 20 de diciembre de 2011 fue el aniversario del default– el país latinoamericano ha experimentado un tremendo crecimiento. Hoy no solo es la economía más próspera del continente sino también el país con la segunda tasa de crecimiento más alta del mundo, solo superado por China. Profesor Giulio Sapelli, Catedrático de Historia Económica de la Universidad Estatal de Milán y gran conocedor de Argentina y América del Sur, ha reconstruido, junto a FIRSTonline, la historia de este boom y ha trazado posibles escenarios para la evolución del país en los próximos años, bajo el liderazgo de Cristina Kirchner. La presidenta, elegida por segunda vez el pasado mes de noviembre, acaba de ser intervenida (perfectamente exitosa) de tiroides porque padece un cáncer, pero los médicos dicen que el cáncer es limitado y "perfectamente curable".
El país ha jugado un papel fundamental en el crecimiento del país aumento vertiginoso de la demanda mundial de materias primas que, combinado con un moneda débil, ha permitido que las exportaciones se disparen. Además, el auge en el vecino Brasil y fuerte aumento del gasto publico apoyaron la economía de Argentina, que ahora puede definirse como un país avanzado. En efecto, en 2011 el aumento del sector terciario fue más decisivo que el industrial, y esto, como señaló Sapelli, "es una señal del renacimiento de una Argentina que es un país avanzado y que, no olvidemos , en la década de 50 estaba haciendo investigación nuclear y había iniciado un proyecto para crear la bomba atómica”.
Sin embargo, según el profesor, el espectro del fin de estos buenos resultados se cierne sobre la economía porteña. “Lo que más me preocupa”, explicó Sapelli, “es la forma en que el gobierno ha reasignado los recursos en el país. La redistribución de la riqueza no ha sido productiva en absoluto. Los sectores de la economía en los que se registran las mayores tasas de crecimiento son aquellos que no reciben financiación del Estado.Y en los últimos datos publicados por Cepal, la comisión de Naciones Unidas para América Latina, surge claramente que los sectores automotriz, manufacturero y agroalimentario -industrias que no reciben transferencias del gobierno- son los sectores en los que más ha aumentado la producción. Y son precisamente las industrias las que Kirchner ha decidido gravar para asegurar los abultados ingresos de la Casa Rosada. Pero, “este bienestar basado en una redistribución fiscal tiene efectos negativos porque no produce crecimiento”.
Si luego sumamos los problemas relacionados con el cálculo de lainflación -menos del 10% según el instituto nacional de estadística pero más del 20% según datos del Fondo Monetario y el Banco Mundial-, la desaceleración del crecimiento brasileño – que en 2011 aumentará 3 puntos porcentuales menos que el año anterior – la desaceleración global que afecta las exportaciones, no es tan absurdo temer por la sostenibilidad de este modelo que hasta ahora ha traído crecimiento, pero muy poco desarrollo. “Seguramente una respuesta no puede ser la que parece preferir Kirchner, es decir, el proteccionismo. Si Argentina pretende defenderse con barreras aduaneras, es un país muerto."
“Estamos en un momento de redefinición de la balanza comercial global que inevitablemente también afecta a América Latina. Seguramente Europa tendrá que tener esto en cuenta más de lo que lo ha hecho en el pasado”. Pero según Sapelli, Mercosur no será la verdadera alianza del futuro. “El centro de gravedad de la economía mundial se está desplazando hacia el Pacífico, por lo que me imagino más fácilmente una división entre los países que bordean el Atlántico y los que miran hacia Asia..
De esta experiencia argentina se desprenden interesantes elementos de reflexión también para nuestra Europa en crisis. “El sector que más crece y de forma más sana es el de las pequeñas y medianas empresas, que sin embargo funciona siempre que haya empresas de referencia y un sistema al que referirse. AdemásArgentina nos enseña que no debemos tener tanto miedo al default. Los estados no son como las empresas: si incumplen, todavía tienen la autoridad". Y es gracias a la enorme, y quizás exagerada, confianza en la autoridad pública que un pueblo de intelectuales y de gran voluntad ha logrado renacer desde abajo. ¿Que Europa tampoco necesita a su líder peronista? "Absolutamente no, el vértigo político centralizado puede tener efectos devastadores". Quizás entonces, para alejar definitivamente el miedo al default, haría falta una clase dirigente en la que podamos reconocernos y en la que podamos creer más.
