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Salud: el modelo organizativo de los Estados-Regiones necesita ser re-discutido

Más de 40 años después de la creación del Servicio Nacional de Salud, es hora de hacer un balance del modelo organizativo Estado-región y corregir sus graves defectos reconociendo que la autonomía regional no ha garantizado una protección sanitaria uniforme, como lo demuestra la hecho de que el gasto sanitario per cápita fluctúe entre 1,500 y 2.700 euros según la región

Salud: el modelo organizativo de los Estados-Regiones necesita ser re-discutido

Es un hecho que el Fondo de Salud es la partida de gasto más importante de las Regiones: en promedio 49-50% del gasto total de cada región, constituyendo así la fuente más importante para obtener el consenso político local, aunque dentro de los límites impuestos por la ley que crea el Servicio Nacional de Salud. De hecho, la llamada Primera República estaba en marcha cuando a fines de 1978 la ley del 23 de diciembre de 1978, n. 833 que crea el servicio nacional de salud. Y así El 23 de diciembre de este año habrá transcurrido casi medio siglo desde la entrada en vigor de esta ley cuyo incipit es todavía hoy el siguiente: "La República protege la salud como un derecho fundamental del individuo y en interés de la comunidad a través del servicio nacional de salud. (…) El servicio nacional de salud está integrado por el conjunto de funciones, estructuras, servicios y actividades destinados a la promoción, mantenimiento y recuperación de la salud física y mental de toda la población sin distinción de condiciones individuales o sociales y según modalidades que garanticen la igualdad de los ciudadanos en relación con el servicio. La implementación del servicio nacional de salud es responsabilidad del Estado y de las regiones”.

El próximo año, cuando los populistas ganadores del referéndum constitucional que redujo el número de parlamentarios serán llamados, luego del primer paso, a cumplir las promesas entonces garantizadas para la consecuente adecuación de las normas legislativas y constitucionales, también deberá hacerse una reflexión por parte de ellos. ineludible sobre el problema de la relación Estado-Regiones en el área de la salud. Problema hecho ineludible por el espectáculo indecoroso de debates inconclusos ofrecido en estos meses dominados por la pandemia.

Más de medio siglo después de la creación del Servicio de Salud la próxima reflexión debería referirse no solo a lo que ha sucedido que fue inaceptable en las más diversas regiones en el transcurso de este último año de la pandemia: de hecho, sería solo una perspectiva coyuntural mirando hacia atrás. En cambio, desde una perspectiva de largo plazo como exige la protección de la salud, la clase política estatal y regional debe ante todo cuestionar si el modelo organizativo de los Estados-Regiones ha garantizado e implementado en todo el territorio nacional el objetivo fundamental de la ley de 1978 antes recordada. Teniendo en cuenta que la protección de la salud es un bien colectivo que tiene el mismo rango de importancia que la defensa nacional, especialmente en el campo de la prevención.

Dado que el gasto per cápita desembolsado en las distintas regiones fluctúa respecto a la media nacional (aproximadamente 1850 euros) entre 1500 euros y 2700 euros (ver gráfico) hay que preguntarse si tales diferencias se deben a modelos organizativos autónomos ya las más diversas combinaciones de salud pública y atención médica convencional. De ello se deduce que la autonomía regional no parece haber buscado e implementado en consecuencia una protección sanitaria uniforme independientemente de la ubicación territorial, incluso en ausencia de una planificación a largo plazo que fuera más allá de la mera hospitalización en detrimento de la prevención.

En efecto, entre el descargo de responsabilidades políticas y la búsqueda de consensos inmediatos que excluyen necesariamente la prevención a largo plazo, la autonomía regional ha mostrado graves defectos y numerosos problemas organizativos en el funcionamiento del Servicio Nacional de Salud desarticulado en demasiados foros de toma de decisiones: puesto en tensión precisamente cuando tiene que perseguir el objetivo de combatir un virus que no tiene fronteras territoriales. Es un modelo que combina decisiones y responsabilidades políticas descentralizadas (las Regiones), buscando el consenso inmediato en una visión de muy corto plazo de sus ciudadanos, a nivel organizativo, con decisiones y responsabilidades políticas centralizadas (el Estado). Este último a la búsqueda diligente del consenso a largo plazo de su propia obra. Son cuestiones que, más allá de las pretensiones de las regiones, se imponen a la reflexión del gobierno que también deberá ocuparse de leyes ordinarias como la ley de creación del Servicio Nacional de Salud, la reorganización organizativa dejando a las Regiones la función de planificación el Plan Nacional de Salud, quitando la gestión, a fin de lograr, de acuerdo con las mejores prácticas organizativas, la igualdad territorial de la eficacia de la atención y prevención de la salud nacional.

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