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Renzi asombra a Europa al vencer a Merkel

Solo un shock, como el que propone Renzi en el mercado laboral, puede inducir a los países del norte de Europa a otorgarnos más flexibilidad presupuestaria – Incluso más que el artículo 18 los cambios profundos en la representación y negociación de las empresas pueden marcar un punto de inflexión en el trabajo – Las palabras de Stiglitz y las de Schroder.

Renzi asombra a Europa al vencer a Merkel

El debate en la dirección del Partido Demócrata estuvo dominado por resentimientos y frustraciones personales, con muy poca penetración en el tema laboral y en general sobre la política económica que Italia debería adoptar para salir del estancamiento. D'Alema ha llamado a ayudar a sus tesis al Nobel Stiglitz que, a su juicio, habría argumentado que las reformas laborales sólo se pueden hacer en periodos de expansión y no durante una crisis. No creo que D'Alema entendiera bien el pensamiento de Stiglitz, dado que Alemania en 2003 y España en 2013 implementaron con éxito reformas del mercado laboral en el peor momento de la crisis económica.

Ciertamente, hubiera sido mejor hacerlo en tiempos más tranquilos, pero los gobiernos anteriores, incluido el del propio D'Alema, no quisieron o pudieron abordar el problema a pesar de que vieron que la productividad italiana caía peligrosamente. Sin embargo, Renzi en su informe inicial había sido bastante explícito al explicar la situación europea e italiana. En Europa, dijo, tenemos la reputación de posponer los problemas y esto endurece la posición alemana frente a cualquier relajamiento de las reglas fiscales o monetarias. Los italianos, se piensa en Alemania, si no se les controla, tienden a relajarse y olvidarse de hacer reformas. Por eso Renzi ha aclarado en varias ocasiones que "Hay que cambiar Italia para cambiar Europa". Es decir, Italia debe asombrar al resto de países europeos con la puesta en marcha de unas reformas incisivas de las que la del mercado laboral es una de las principales junto con el funcionamiento de la AP y la Justicia, cuestiones todas que de hecho está abordando el Gobierno.

Y no hay tiempo que perder. En la reunión de este verano con Draghi en Città della Pieve, el presidente del BCE debió explicarle al joven jefe del Gobierno italiano que hacía falta un movimiento concreto y contundente para vencer la resistencia de los países del norte hacia una política monetaria aún más expansiva. por Italia En este sentido, es cierto que Italia hoy posee las llaves para poder abrir las puertas de Bruselas dejando entrar el viento de una política expansiva a nivel comunitario, y acorralando a la señora Merkel que, como también dijo la ministra Padoan, no puede mantener un superávit tan grande de su balanza comercial durante demasiado tiempo. ¡Aparte del despotricar de Fassina que superficialmente espera una revuelta contra Europa!

Pero una reforma del mercado laboral en cualquier caso sirve sobre todo a Italia ya que las reglas actuales son una de las causas de la pérdida de competitividad del país, y por tanto de la prolongación de la crisis de inversión y empleo. Hay que abandonar la incertidumbre que crea la confusión judicial sobre la aplicación de la reincorporación, y la diferencia entre trabajadores que así se ha creado, y las ineficiencias que todo ello crea en el uso de la mano de obra. Junto a la renuncia al artículo 18 (que ahora afecta a una minoría de trabajadores) está el rediseño de las redes de seguridad social, y una abstención real de los derechos de los muchos trabajadores precarios que hoy no los tienen. Cambiar las reglas es importante. Pero más importante aún es el cambio cultural que se está introduciendo en el mundo laboral como lúcidamente afirmó en 2003 el canciller alemán Schröder al presentar su reforma laboral: “promoveremos la responsabilidad individual y exigiremos una mayor contribución de todos”. Y es absolutamente falso que esta reforma debilitaría el poder de negociación de los trabajadores y por ende sus salarios. De hecho, en todo caso, lo contrario es cierto porque el aumento de la productividad conducirá a un aumento de los salarios.

Pero para acelerar este proceso, se necesitan otros dos cambios profundos: reglas claras sobre la representación empresarial y una relación privilegiada entre la negociación empresarial y la negociación nacional. Y estos son precisamente los dos nuevos temas que Renzi incluyó en su discurso ante la Dirección de PD, alegando desafiar a los sindicatos a ir al Palacio Chigi (en el famoso salón verde) para cambiar las reglas actuales, que son confusas y difíciles de aplicar. Este, incluso más que el artículo 18, es el verdadero corazón del problema laboral. Y ninguno de los muchos que intervinieron en el debate en la Dirección se detuvo a hablar de esta gran novedad. ¿No entendieron o se sintieron avergonzados?

El camino que debemos tomar para salir de la crisis está bien trazado por Renzi a quien instrumentalmente acusa de no tener visión y de avanzar sólo por consignas. No se trata de hacer grandes sacrificios sino de tener fe en el futuro y en el cambio, desquiciando la pereza de quienes han encontrado un cómodo nicho en el que retirarse en este sistema bloqueado.

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