comparte

Pensiones y sanidad para la generación de los mil euros.

Juventud, pensiones, sanidad. Superar la dicotomía público-privado y fomentar herramientas de integración. A partir de los datos del último estudio del Censis, exponentes del mundo académico, empresarial, político y social discutieron el futuro de nuestro país y las políticas que se deben implementar para racionalizar el bienestar.

Pensiones y sanidad para la generación de los mil euros.

El futuro ya no es el que era, al menos para el 42% de los empleados jóvenes de entre 25 y 34 años. Cuando se jubilen, hacia 2050, sacarán un cheque mensual de menos de mil euros. Sin embargo, algunos de ellos ya se habrán acostumbrado: el 31,9% de este grupo de trabajadores tiene un salario que no llega a las cuatro cifras. Para otros, sin embargo, será diferente: tendrán que adaptarse a una pensión inferior a su salario al inicio de su carrera.
Esta es la imagen que surge del proyecto “Bienestar, Italia. Laboratorio para nuevas políticas sociales” creado por Censis y Unipol.

Otro dato alarmante que surge del estudio se refiere a la longevidad de los italianos. En 2030, los mayores de 64 años supondrán más del 26% de la población: habrá 4 millones más de inactivos y dos millones menos de activos. Frente a una tasa de reemplazo del 72,7% calculada para 2010, en 2040 los empleados se beneficiarán de una pensión equivalente a poco más del 60% del salario final (jubilándose a los 67 años, con 37 años de cotización); mientras que los trabajadores por cuenta propia verán reducida la prestación hasta el 40% del último salario (para ellos, la pensión llegará a los 68 años, tras 38 años de cotización).

Todos los exponentes, que han venido a presentar los datos, coinciden en un hecho: el Estado por sí solo no podrá hacerlo. Es necesario incentivar y promover sistemas complementarios privados capaces de atender estas necesidades. “Tenemos que poner de moda dar pensiones complementarias a los niños que se gradúan”, sugiere Giuseppe Roma, director general de Censis. Los datos son alarmantes: solo el 27,5% de las familias incluyen formas de integración en su estrategia de pensiones, mientras que en el ámbito sanitario el porcentaje desciende incluso hasta el 7,7%.

La presión sobre la asistencia sanitaria es el otro problema estructural en el que habrá que trabajar mucho en el futuro. Los italianos tratan de solucionar sus dolencias en el momento en que se les presentan, y además están dispuestos a pagar. El estudio mostró que más del 70% de los italianos compraron medicamentos a precio completo en farmacias y que el 35% recurrió a visitas a especialistas. De media, cada familia gastó 958 euros de forma privada, y la cifra sube a 1.482 euros de media si se aprovechan las visitas al dentista.

Este gasto de bolsillo también se utiliza para resolver el problema del aumento de la falta de autosuficiencia. Hoy las familias que tienen que atender a niños o ancianos son el 30,8%. Y todos sabemos, lamentablemente, que estas tareas son realizadas mayoritariamente por mujeres, que a menudo se ven obligadas a abandonar sus puestos de trabajo. Sin embargo hay muchas madres, o hijas según se mire, que han confiado en ayuda externa. Este año se han gastado alrededor de 700 millones de euros para ofrecer asistencia domiciliaria a las personas mayores: una suma que demuestra la insuficiencia del sistema público para ofrecer este tipo de servicios.

Pero no debemos dejar que la espontaneidad, propia del carácter italiano, se apodere de nosotros. “Todo este gasto de bolsillo debe organizarse con fondos, incluyendo hipotecas y seguros”, dijo Giampaolo Galli, Gerente General de Confindsutria. Necesitamos racionalizar todo este gasto privado. Aumentar la confianza de los italianos en las herramientas integradoras y combatir el prejuicio según el cual "Mamma Stato" finalmente nos ayudará.

Otro tema candente es el desarrollo. Esta mañana salió a la luz que el replanteamiento del bienestar puede verse como un estímulo para el crecimiento, o incluso como la base desde la que hacerlo despegar. Así lo sugiere el profesor de la Cattolica de Milán, Mauro Magatti: “Así como Alemania está utilizando el elemento verde para generar innovación, nosotros podríamos utilizar nuestra base social y cultural, que es lo que nos ha caracterizado durante siglos”. El bienestar puede ser fuente de desarrollo: cuando aumenta la demanda, existe potencial para el crecimiento de la oferta, en este caso pública.

Reorganizar el bienestar según criterios de sostenibilidad, racionalidad y eficiencia, manteniendo siempre las garantías en la base de cada estado de aprobación. “Necesitamos desarrollar una red nacional básica, garante de los derechos fundamentales e integrarla con un sistema territorial local sobre el cual construir incentivos”, dice Susanna Camusso, secretaria general de la CGIL.
Con apertura al diálogo y al enfrentamiento, volviendo a una lógica de largo y mediano plazo, es posible repensar la gestión del gasto público.

Revisión