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Pd, Congreso dividido entre viejo y nuevo

La inconclusa y pendenciera reunión de la asamblea nacional del Pd de la semana pasada puso de relieve interesantes convergencias entre los cuatro candidatos y fuertes resistencias organizativas de la vieja nomenclatura, aunque reubicada - El problema de las relaciones con el gobierno de Letta.

Pd, Congreso dividido entre viejo y nuevo

La poco edificante trifulca estatutaria que impidió que la asamblea nacional del Partido Demócrata el pasado fin de semana resolviera el problema de las reglas para la próxima vía congresional, en particular sobre la posibilidad de que el futuro secretario no necesariamente sea también el principal candidato para la futura ronda de elecciones generales, ha eclipsado un importante hecho político: las distancias entre los cuatro (actuales) candidatos a la secretaría se han acortado visiblemente. Los discursos de Gianni Cuperlo, Matteo Renzi, Pippo Civati ​​​​y Gianni Pittella señalan al menos un punto de convergencia: el Congreso debe realizarse y el proceso debe completarse antes del 8 de diciembre como indicó Guglielmo Epifani.

En este contexto, la cuestión de la candidatura automática del secretario a primer ministro también asume un significado diferente. Ciertamente, los renzianos piensan que esta identificación entre los dos cargos es la mejor solución, pero no se atrincheran en ello, contentándose con que no exista una regla según la cual el secretario deba comprometerse a no ser candidato a primer ministro. Por su parte, Cuperlo en su plataforma parlamentaria se compromete en cambio a querer ser secretario y ya, descartando desde ya su posible candidatura al Palazzo Chigi. En cuanto a Civati, su posición se caracteriza por una mayor desconfianza en el gobierno de los acuerdos amplios, que le gustaría tener en el corto plazo, posiblemente lo más corto posible, para luego volver a votar con una nueva ley electoral. Pittella insiste sobre todo en los temas de Europa para un Partido Demócrata cada vez más situado en el campo del socialismo europeo.

Pero si las posiciones de los cuatro candidatos tienen al menos el común denominador de querer realizar el Congreso inmediatamente y llevar a término la cuestión del candidato a secretario con un compromiso razonable, ¿cómo se explica que la asamblea nacional de los Demócratas ¿La fiesta terminó sin nada y con un aplazamiento vergonzoso a una próxima reunión de gestión actualmente programada para el viernes 27? Probablemente Elisabetta Gualmini da en el clavo cuando escribe en “Stampa”: “Se está produciendo un tránsito completamente fisiológico entre lo viejo y lo nuevo. Entre el anterior pacto sindical, ahora reducido a un intento minoritario de resistir desesperadamente con párrafos modificando las reglas en marcha, gabolas reglamentarias y aspirantes a dirigentes que llenan las carpas del partido”. Por eso, en la reunión, Enrico Morando y Rosy Bindi se aferraron a las normas estatutarias que no deben ser "materia de acuerdos de bajo perfil a corto plazo". Después de eso, para quebrar la banca bastó señalar que, gracias a ausencias fisiológicas o tal vez sugeridas, la asamblea no pudo haber resuelto nada. Y Epifani no pudo evitar posponer cualquier decisión para una próxima reunión de gestión.

Los malintencionados argumentan que las ausencias finales se habrían visto favorecidas por un lado (Cuperlo) por los bersanianos y por otro (Renzi) por los últimos llegados, como Dario Franceschini. Esta es probablemente una reconstrucción aproximada. Pero sí es claro que lo que se denomina la vieja nomenclatura está decidida a resistir lo más posible para no ser truncada por los cuatro aspirantes a líderes, quienes, como siempre observó Elisabetta Gualmini, "han comenzado a confrontarse seriamente entre sí". otros sin fingida unanimidad y viscosos tratos de trastienda”.

En definitiva, de la asamblea de la semana pasada surgieron importantes signos de novedad por parte de los cuatro candidatos que, sin embargo, todavía tienen un largo camino por recorrer para vencer las resistencias de una suerte de gerontocracia partidaria que se aferra a las normas estatutarias, a todas luces fallidas, para intentar frenar o atascar esa rueda que finalmente puede haber comenzado a girar. Veremos. El camino al Congreso tendrá que ser corto, pero seguirá siendo muy accidentado. La fácil relación con un gobierno en el que es protagonista, pero que no es nada apreciado por los afiliados, también pesa sobre el partido demócrata. El primer ministro Enrico Letta explicó que se mantendrá alejado de las disputas en el Congreso. Una intención comprensible, pero no fácil de implementar y que corre el riesgo de acentuar las ya significativas distancias del Partido Demócrata de lo que no es “su gobierno”. La definición pertenece al Primer Ministro.

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