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Novecento italiano, el arte y la historia de Giorgio Morandi

Hoy hablaremos de Giorgio Morandi, el pintor que supo traducir el arte del siglo XX en una composición perfecta del esencialismo.

Novecento italiano, el arte y la historia de Giorgio Morandi

Morandi no tenía un taller real, vivía y trabajaba en una habitación, donde había un salón, un escritorio, una mesa de dibujo, un caballete y una infinidad de estantes, donde colocaba jarrones, cántaros, vasos y cajas de todos los tipos.

Estos objetos inmóviles eran sus modelos, que componía y descomponía según su estado de ánimo en bodegones en perfecta armonía cromática.

Morandi, artista y poeta boloñés, fue un profundo admirador de Pascal y Leopardi. Precisamente desde el principio comprendió la importancia de hacer coincidir el arte con la vida y de hacer vivir sus obras a lo largo de su existencia. Y es así que en sus obras no hay límite entre el espacio y el tiempo, entre la materialidad y la inmaterialidad.

Un hombre sencillo, de fuerte personalidad y consciente de sus capacidades expresivas, donde su espacio físico se convierte en una proyección de su propio espacio mental.

Sus obras aparecen como naturalezas metafísicas de un mundo inalcanzable que saben llegar a la esencia de las cosas.

Incluso los paisajes se sumergen en una suerte de luz casi reinventada, colores empolvados y mezclados sobre sí mismos, no lejos de los atardeceres galeses de Turner.

Pero son las naturalezas muertas las que mejor lo representan, donde los objetos son el espejo de sí mismo donde puede indagar en su propia existencia, de hecho sus "criaturas" muchas veces son siempre las mismas, inmóviles donde las sombras coinciden con su materialidad.

Nacido en Bolonia en 1890 donde vivirá toda su vida junto a su amada madre Maria Caccaferri y sus tres hermanas, Dina, Anna y Maria Teresa.

En 1907 se matriculó en el curso preparatorio de la Academia de Bellas Artes de Bolonia y en tres años se graduó con la máxima calificación, obteniendo un diploma de honor.

Dos años después, Morandi descubre en el libro de Vittorio Pica "Los impresionistas franceses algunas pinturas de Cézanne como “Jarrón de flores” y “Esquina de la mesa”, obras desconocidas para él pero que lo fascinan profundamente.

Y en 1909 fue a Florencia a ver el Galleria degli Uffizi, donde le llama especialmente la atención la obra de Giotto y masaccio y paolo ucello. Mientras esté en Venecia visite la Bienal con un propósito, visite la sala con treinta y siete obras de Auguste Renoir.

De vuelta en Bolonia pintó "el paisaje primaveral"Y"Nevada“, donde ya se percibe una personalidad a lo Morandi, aunque el proceso de formación de Morandi está en pañales. En 1912 obtuvo la habilitación para enseñar dibujo.

A partir de este momento comienza su relación con el futurismo, y de ahí su análisis de la transparencia de los jarrones de vidrio, pero sin adentrarse nunca en los méritos del concepto de fuerza y ​​dinamismo que subyacen en el lenguaje futurista.

Estamos en 1913, en este período se realizan las obras”,Bodegones de vidrio""Retrato de hermana"3 algunos"Paisajes".

Morandi con la guerra, llamado a las armas, suspenderá la pintura hasta que enferme gravemente y sea enviado a casa y reformado. Obras posteriores parecen surgir de imágenes de la primera Quattrocento con una evidente referencia a Giotto.

En 1920 se inicia para el artista un período de madurez, donde se recomponen todas sus vivencias. Muele los colores para encontrar nuevos tonos, prepara los lienzos y elige sus objetos cada vez con más cuidado, llevando la metafísica a las cosas más simples. Aquí las formas aparecen imágenes de un alma suspendida en el aire, y las obras cada vez más eternas.

A finales de la década de 20, las pinturas adquieren un sentido más naturalista, cuando frecuenta los ambientes de la “salvaje” y del “Italiano” fundada respectivamente por Mino Maccari y leo longanesi.

En la década siguiente, la pintura de Morandi cambió por completo, pasando de un estilo naturalista a uno donde la forma estaba fascinada por la disolución, casi dictada por la existencia psicológica del artista de ofrecerse a una prueba sin apelaciones.

Los cuadros parecen fotogramas de una misma imagen que se repiten, y cuando la segunda guerra está a punto de terminar, Morandi deja Bolonia para trasladarse al campo, entre Bolonia y Florencia. Un período este, donde el pintor elige el camino de la interioridad, el silencio y la soledad que todo lo blanquea.

Cuando su notoriedad aumenta, Morandi se repliega sobre sí mismo y es también el período en el que abandona casi por completo los paisajes y se refugia en la naturaleza muerta, con cada vez más contraste entre luces y sombras.

Poco a poco el color rosa salmón que ilumina muchos de sus cuadros también es sustituido por el negro casi violeta que otorga al objeto el sentido de protagonista.

En los últimos años, estamos entre 1963 y 1964, redescubre su amor por la acuarela, como marcar "el momento fugaz" en el papel o tal vez ese arcoíris de su corazón que nunca ha logrado expresar: donde no hay ni paisajes ni quietud. vidas sino sólo esencialismo de la forma.

Morandi compuso la forma, luego supo erigirla y hacerla vivir en el silencio. Ahora podemos entender mejor que cada uno de sus objetos tenía una vida, un movimiento oculto por la sombra o una inmensa fragilidad comparable a lo que la obra de Morandi ha dado al arte moderno.

 

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