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Nba, se derrumba el último tótem: llegan los patrocinadores a las camisetas

El campeonato de baloncesto más famoso del mundo, para remediar una situación económica nada halagüeña, está pensando en introducir patrocinadores en las camisetas que utilizará durante los partidos oficiales. Hasta hoy, las camisetas habían permanecido como territorio prohibido para la publicidad.

Nba, se derrumba el último tótem: llegan los patrocinadores a las camisetas

El espectador ocasional europeo de un partido de la NBA no puede dejar de llamar la atención de inmediato por un detalle: las camisetas oficiales que visten los jugadores no cuentan con ningún tipo de patrocinador. ¿Cómo es posible, uno se pregunta, que en el país donde cada metro cuadrado de espacio libre se convierte en un potencial anuncio ¿Descuidas este aspecto? ¿A qué se debe que una de las ligas deportivas más populares del mundo no otorgue el ya clásico rectángulo en el pecho de sus campeones al colorido logo de alguna multinacional? 

Sin embargo, la NBA no ha sido impermeable a la publicidad: mini-spots en cada descanso, patrocinadores en todas partes, vallas publicitarias brillantes, estadios con nombres de aerolíneas. Pero las camisetas oficiales no; hasta hoy han permanecido como un tabú tal como no aceptar, único caso entre los deportes americanos, ni siquiera el logo del patrocinador técnico (Adidas) en las camisetas que se utilizan durante los partidos. Pero algo está cambiando. La nada halagüeña situación económica de muchos clubes está llevando a los propietarios a pedir al supercomisario David Stern que ceda la última tradición romántica a la publicidad que increíblemente sobrevive en este deporte. 

Este será el tema que se tratará a principios de abril en la Junta de Gobernadores, la reunión donde se toman las decisiones estratégicas para el futuro de la liga. Parece que la última resistencia de Stern dará paso a las exigencias de los equipos, para gran disgusto de la muy mimada afición americana, que paga muy bien las entradas y el merchandising y que difícilmente se acostumbrará al cambio. Pero el dinero es el dinero y ciertamente no serán los deseos anacrónicos de algún purista, y ni siquiera la caída de la popularidad de los patrones desgastados por el cierre patronal, para detener el ansia de liquidez de un puñado de feroces magnates. Las previsiones sobre el valor económico de este tipo de patrocinio son contradictorias. Front Row Marketing Services pronostica que el costo de que el logo aparezca en el pecho fornido de las estrellas oscilará entre un millón de dólares para los equipos provinciales hasta poco menos de diez para los equipos más titulados, pero hay quienes argumentan que para patrocinar a un equipo de élite se necesitan entre 15 y 20 millones de dólares.

La cifra no parece descabellada si se tiene en cuenta que la Fundación Qatar paga 30 millones de euros al año para vincular su nombre a las victorias del Barcelona. Nada que hacer, por tanto, para los aficionados y entusiastas que tendrán que dejar de considerar los uniformes de sus equipos favoritos como el objeto de culto que se ha mantenido prácticamente inalterado durante los últimos 30 años, como un icono intangible y vintage de la pasión deportiva. Las necesidades de la modernidad vinculan el destino del público de barras y estrellas al de los aficionados al fútbol europeo ya acostumbrados a la difusión de la marca salvaje, quizás incluso aficionados a ciertas marcas vinculadas a gratos recuerdos deportivos. TEntre los ingleses, los primeros en tener que aceptar el cambio fueron los del Liverpool que, allá por 1979, vieron adornada la gloriosa camiseta roja con el escrito Hitachi. No se lo tomaron bien y tampoco lo tomó bien la BBC, que en un principio se negó a retransmitir los partidos de los Reds. Más de 30 años después, el trago amargo fue digerido en todo el viejo continente. Y en el extranjero, ¿cómo reaccionarán ante el final de esta enésima tradición deportiva que da paso a las necesidades del mundo del espectáculo? 

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