¿Qué pasaría si Grecia realmente abandonara la eurozona? Este es el dilema de los últimos días. Una pregunta tanto más angustiosa cuanto que no hay una respuesta certera, ni siquiera si se quiere preguntar a los economistas más renombrados del mundo. Los estudios escolares y las hipótesis se persiguen, pero lo cierto es que, cuando se construyó la moneda única, ni siquiera se tuvo en cuenta la hipótesis de que cualquiera de sus estados miembros pudiera optar por volver atrás.
Por lo tanto, estamos en el reino de lo desconocido, pero La crisis política en Atenas amenaza seriamente con desentrañar el misterio. El próximo mes los griegos volverán a las urnas y actualmente lidera las encuestas Syriza, el partido de izquierda radical que pretende rechazar el pacto de austeridad firmado por el país con la UE y el FMI para el envío de ayuda internacional por valor de 130 millones de euros . Si esta será realmente la línea política del próximo ejecutivo griego, seguro que nos enteraremos de lo que supone el adiós de un solo país a la zona monetaria.
Veamos ahora qué consecuencias probablemente tendrán que sufrir los ciudadanos griegos y los europeos en general. Obtenemos los datos de un análisis publicado en el Corriere della Sera.
TENEDORES: MÁS PÉRDIDAS PARA LOS ACREEDORES
Las entidades financieras y los particulares titulares de bonos del Estado griego ya han tenido que sumarse al llamado "swap" (intercambio de los bonos de la cartera por otros bonos con vencimientos más largos y rendimientos más bajos), lo que llevó a los bonos a perder más de 70 % de su valor. Si Grecia saliera de la Eurozona, todos los bonos emitidos por el Tesoro de Atenas se convertirían en dracmas (excepto los regidos por las leyes de otros países) y ello supondría nuevas negociaciones entre los acreedores y el gobierno griego para renegociar el valor de los títulos Por lo tanto, no hay certeza de traer a casa ese 25-30% que vence hoy.
EL CAMBIO: DRACHMA EN CAÍDA LIBRE
Si volviéramos al dracma, el tipo de cambio inicial probablemente partiría del que se utilizó para la conversión de la antigua moneda a euro allá por 2001 (340,75 dracmas por un euro). Sin embargo, de inmediato comenzaría un rápido y violento proceso de devaluación, que según los análisis de Citigroup llegaría hasta el 40%, mientras que según los analistas de UBS podría llegar hasta el 70%. La moneda débil beneficiaría las exportaciones (que, sin embargo, son bastante pequeñas en este momento: alrededor de la mitad de las importaciones), pero sería una desventaja para la compra de materias primas, mientras que las empresas y los ciudadanos particulares verían dispararse los costos.
TASAS DE INTERÉS: EL DINERO SE IMPRIME Y LA INFLACIÓN CRECE DESCONTROLADA
A pesar de ser parte de la unión monetaria, las trágicas condiciones de la economía griega ya han llevado al país a pagar rendimientos estelares en bonos del gobierno (el récord de bonos a diez años es del 31%). Es fácil imaginar un aumento adicional después del eventual abandono de la eurozona. En ese momento sería prácticamente imposible que el Tesoro de Atenas se financiara en el mercado: sería necesario ganarle al efectivo aumentando los impuestos o imprimiendo nueva moneda, lo que daría lugar a la inflación.
HIPOTECAS: LA CUOTA CUESTA MITAD DE SUELDO
Para los griegos que están endeudados, prácticamente no habría escapatoria. Las cuotas de las hipotecas (incluso las de tipo fijo) se recalcularían mes a mes según el tipo de cambio entre la dracma y el euro. Si la desvalorización fuera sólo del 25%, una hipoteca de 100 euros a veinte años con un tipo del 5% podría costar el 41% del salario a quienes han ganado 2.000 euros al mes hasta la fecha. Si la dracma realmente perdiera el 50% de su valor o más, la cuota podría costar el 50% del salario mensual.
