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Copa del Mundo - La Argentina de Messi desafía a Alemania en la final para ganar la Copa del Mundo

MUNDIAL - Gran expectativa por la final entre la Argentina de Messi y los tetragonales alemanes: el que gane es campeón del mundo - Messi aspira a ascender al trono de Maradona - Alemania quiere repetir el éxito del '90 - La final también es un derbi entre los dos Papas - ¿A quién animarán los brasileños? - El verde-oro también derrotó a Holanda por 3 a 0

Copa del Mundo - La Argentina de Messi desafía a Alemania en la final para ganar la Copa del Mundo

Y hemos llegado al último acto, a la escena final de la película, a la culminación de su clímax, en el Maracaná vestido de punta en punta, pero quién llora la prematura (¿?) y dramática salida de su Brasil. Nada, el rebuscado Neymar y sus compañeros no lo lograron, vamos al lado.

Próximo Alemania y Argentina, pero ¿qué final será? Será la final más jugada de la historia, el remake de una película ya vista (con Messi en el papel que le tocó a Maradona y los alemanes en el de ellos mismos), la guapa. Será la final del corazón cálido sudamericano contra la frialdad rubia centroeuropea. La final de quién tiene más santos en el Cielo y papas en la tierra, de Bergoglio contra Ratzinger, respetuosamente hablando. 

Pero, más allá del folklore y el sentimentalismo, será sobre todo el final más lógico de una película intensa, más conflictiva que bella, aunque desprovista de grandes sorpresas (golpe de España e Italia, 7 a 1 de Alemania a Brasil, que merece un capítulo aparte). Todas esas prórrogas, y esos interminables 0 a 0, nos decían que ya no hay equipos colchoneros, muchas gracias, pero también que los grandes no encontraban solución, ni colectiva ni individual, para desquiciar los inmensos cerrojos puestos. por equipos mediocres. Como si la Juventus no encontrara la forma de marcarle al Chievo, con todo respeto.

Pero es una Copa del Mundo, y solo ocurre una vez cada cuatro años. Así lo hacemos bien así, y, a falta de fútbol, ​​nos entusiasma el ardor y los sueños orgullosamente destrozados, la denodada resistencia de once heroicos argelinos, o tantos suizos o costarricenses, y su franqueza, lágrimas desvergonzadas al final del juego.

Será el partido del mejor equipo contra el que tiene el jugador más fuerte (aunque con Holanda también se hundió en el mar de la mediocridad buscado por Van Gaal y Sabella). Alemania juega bien, aunque antes de hacer trizas lo que queda de Brasil, y antes de que Low abjurara de sus aspiraciones guardiolistas en nombre de un espíritu más práctico, también había balbuceado, de vez en cuando.

Argentina, en cambio, juega consistentemente y, se podría decir, deliberadamente mal fútbol, ​​remando una defensa que parece casi 7, por momentos, y esperando en dios, o en Messi (que para Sabella parece ser más o menos el lo mismo) porque hacer que algo suceda desde el principio. El domingo por la noche, en el Maracaná, La Pulce probablemente no tendrá a su disposición a su mejor seguidor: Angel di Maria, el único capaz, en este Mundial, de aliviar al número 10 del peso de todo un equipo, y de suministrándole el balón en el campo de su elección, unos pasos fuera del área penal. 

Alemania, tras la espectacular semifinal en la que pisó los escombros de Brasil, parece tener el viento en popa, y es la lógica favorecida. Pero, llegados a este punto, puede que se necesite algo más que técnica y fuerza física y convicción. Puede que se necesite un corazón cálido, y ningún corazón es más cálido que el de un campeón.

 

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