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“Made Green in Italy”: el sello se hace realidad

El decreto finalmente está en el Boletín Oficial - Después de tres años de espera, las empresas ya podrán presentar su solicitud ante el Ministerio del Medio Ambiente - Esperamos intervenciones del gobierno para extender el sello lo más posible

“Made Green in Italy”: el sello se hace realidad

Por ahora, pocos se han dado cuenta, pero el decreto está ahí. El reglamento de aplicación de la "Esquema nacional voluntario para la evaluación y comunicación de la huella ambiental de los productos italianos”. Leemos que la intención es “promover la competitividad del sistema productivo en el contexto de la creciente demanda de productos con una alta calificación ambiental en los mercados nacionales e internacionales”. Por lo tanto, las empresas podrán colocar la etiqueta "Made Green in Italy".

El decreto llevaba tres años en preparación y el nuevo gobierno sólo tendrá que hacerlo operativo. Apóyala más, ha recibido un buen legado para poder colocar en los mercados mundiales, bienes elaborados con materiales y procesos de impacto cero. Esperamos que sí, porque Italia podrá traer un ejemplo válido de economía circular en todo el mundo. El nuevo Ministro de Medio Ambiente, Sergio Costa, ha dicho que está comprometido con los aspectos virtuosos de nuestro ciclo ambiental. Esta disposición específica es una ocasión válida para tomarle la palabra. Las empresas solicitarán a su Ministerio una licencia de uso, por un período de tres años. Por lo tanto, se espera velocidad, en primer lugar, incluso si hay muchas cartas para girar. En la base debe haber una certificación emitida por organismos independientes, como es el caso de la calidad y la seguridad, pero sobre todo la selección de materiales y tecnologías no impactantes. El espíritu de la legislación, basada en los principios de la economía verde, es precisamente el de remodular los ciclos de elaboración desde el inicio.

Hay miles de empresas italianas que han invertido lo suyo en la cadena productiva, más reconocidas por los mercados y consumidores que por el Estado. El nuevo decreto, sin embargo, nos dice que, aunque voluntario, el sello verde no se puede imponer solo a los empresarios. Peor aún si no se distingue por el volumen de negocios, la organización, los suministros. Pensamos que el gobierno tendrá que favorecer la vocación ambiental de manera transversal ayudando a quienes -al menos hasta ahora- no se han alineado. Y ciertamente no por voluntad, las empresas que postulen producirán una selección de competidores originalmente con ventajas sólo para aquellos que tengan la posibilidad real de certificarse. Incluso las normas de cumplimiento ambiental no son simples. Se refieren al PEF (Huella medioambiental del producto) de la Unión Europea con una serie de características que son difíciles de soportar sin distinción por empresas, incluso por zona geográfica. Pensemos en la brecha estructural entre el Norte y el Sur o en la oferta de bienes auxiliares adquiridos en mercados libres poco sensibles a las cuestiones ambientales.

Hay quienes estos días también se han referido a referentes cualitativos con respecto a la normativa del PEF. Es un punto no secundario para medir la voluntad de las empresas y del sistema italiano en su conjunto de no ver inaplicado el decreto de hace unos días. El sello tiene costos que no siempre son compatibles con el tamaño del negocio. Por eso pronto veremos si, además del decreto heredado del gobierno de centroizquierda, el actual lo refuerza con las medidas y apoyos económicos necesarios, sobre el empuje electoral de Grillopensiero “con nosotros solo economía verde”.

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