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La crisis de Macron, un líder más solitario pero siempre valiente

VÍDEO - Menos de uno de cada tres franceses cree hoy en Macron, que paga el precio de las reformas con una notable caída del consenso - Pero, aunque más débil, Macron es un presidente valiente y, sobre todo, el campeón del relanzamiento de Europa contra el populismo y la nacionalismo de Orban, Salvini y Le Pen.

La crisis de Macron, un líder más solitario pero siempre valiente

Treinta porciento. Menos de uno de cada tres franceses cree hoy en Emmanuel Macron, el presidente más joven de la República Francesa, elegido en mayo de 2017 y que tras casi un año y medio en el cargo logró igualar -negativamente- el consenso de su antecesor, Francois Hollande, considerado a su vez como uno de los presidentes menos queridos por el francés. El amiensano de 40 años, que había iniciado su aventura con muchas más ganas y que sigue siendo considerado uno de los pocos baluartes antipopulistas de Europa, vio caer su popularidad en otro punto porcentual en septiembre (según encuestas de Elabe para Les Echos) tras el desastre del verano, cuando debido al asunto Benalla y a la dimisión de dos ministros muy populares (Hulot en Medio Ambiente y Flessel en Deporte) la confianza en él se había reducido en 5 puntos porcentuales, empeorando incluso la puntuación de Hollande en la mismo tiempo de la legislatura.

De poco sirvieron el plan de pobreza y el plan de salud, ambos lanzados en septiembre y anticipando una maniobra que será decisiva, unos meses antes que los europeos: hace unos días La dimisión del ministro del Interior, Gerard Collomb, ha vuelto a complicar las cosas a Macron. Sobre todo, han vuelto a dar la impresión de algo roto, de un gobierno que se está desmoronando (los poderes interiores los asumió interinamente el primer ministro Edouard Philippe, que también cayó al 36% de aprobación), como si ni siquiera el La clase dominante creía más en un líder cada vez más aislado: si de hecho puede considerarse fisiológico que solo el 22% del electorado más popular guste del inquilino del Elíseo, es decididamente más preocupante constatar que –de nuevo según las encuestas de Les Echos: la confianza de la alta sociedad francesa (gerentes, empresarios, funcionarios estatales) cayó al 37%, desde el 63% hace solo tres meses. Y esto a pesar de la victoria de Francia en la Copa del Mundo: parecerá una tontería, pero en 1998 la hazaña de Zidane y sus compañeros le valió al entonces presidente Chirac un índice de aprobación máximo del 67%.

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En septiembre, Macron intentó revertir el rumbo lanzando el plan de pobreza esperado, prometido en otoño de 2017 y finalmente realizado. Una inversión de 8 millones repartida en cuatro años, centrada sobre todo en la infancia y basada en tres ejes principales: guarderías accesibles para todos (con desayunos y almuerzos gratuitos por 1 euro en las zonas más desfavorecidas) y escolarización obligatoria hasta los 18 años; reinserción en el mercado laboral; simplificación del bienestar y más acceso a la atención médica. En cuanto a la atención médica, el ex banquero de los Rothschild posteriormente también presentó el plan de salud: superación del número limitado y por tanto más médicos, con mayor cobertura del territorio incluso en las zonas más apartadas, y acceso a la atención privada que tendrá que convertirse en la excepción, de aquí a 2022. El presupuesto es de 3,4 millones en total, de de los cuales casi 1 millones destinados únicamente a inversión en hospitales. Que, hasta ahora financiada en dos tercios en base a criterios cuantitativos, ahora será premiada por la calidad, con una bonificación asignada que pasa de 60 a 300 millones de euros. Entonces nacerá la nueva figura de los auxiliares médicos, para trabajar junto a los médicos generales con tareas administrativas y de enfermería: serán 4.000 y costarán 50.000 euros al año cada uno.

Sin embargo, todo esto -por ahora- no es suficiente para Macron, a quien hasta su propio electorado le está dando la espalda. Entre los votantes de la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2017 (cuando Macron se hizo con el 24 %), el 70 % todavía le cree, pero también teniendo en cuenta a los votantes de la papeleta, cuando dos tercios de los franceses lo preferían a Marine Le Pen, el el porcentaje cae al 50%. De poco sirvió también el contragolpe anunciado hace unos días sobre las pensiones: pendiente de la reforma real, congelada para los próximos dos años, el Gobierno ha decidido eximir del aumento de cotizaciones a un reducido número de pensionistas (300.000 de un total de 7,5 millones), con un coste de 2,5 millones para las arcas del Estado. Para apoyar estas inversiones, París ha anunciado una ratio déficit/PIB del 2019% para 2,8, tras el 2,6% previsto para finales de 2018. Un "overshoot" por ahora considerado sostenible, a la espera de que produzca algún efecto significativo en términos de consenso y devolver al líder francés al timón del desafío europeísta.

Un desafío que Macron ha asumido y relanzado en repetidas ocasiones: “¿Los populistas me ven como su principal oponente? Tienen razón”, dijo el responsable de En Marche a finales de agosto, respondiendo a distancia a una provocación de Salvini. Sus ambiciones para Europa, enumeradas hace un año en un discurso en la Sorbona, son numerosas: un presupuesto para la eurozona; convergencia fiscal y social; una defensa común; la gestión de asilo para migrantes; un impuesto sobre las transacciones financieras; la integración fiscal de los mercados francés y alemán como ejemplo para el resto del continente; el cese de subvenciones a países que no respeten el estado de derecho. Precisamente como la Hungría de Orbán, que en cambio quiere reducir Europa a una organización intergubernamental encargada de garantizar la libertad de circulación, cerrar las fronteras a los inmigrantes y pagar los fondos estructurales. Pero para llevar a cabo los proyectos -por un lado la "castración" de la Unión según Orbán y por otro su ampliación según Macron- es necesario contar con el mayor número de eurodiputados. Por lo tanto, la votación de primavera será decisiva para Macron y para Europa.que tiene que luchar por su supervivencia.

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