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Jerome Powell, quien es el nuevo presidente de la Fed

Partidario de la política monetaria de Yellen, pero también de la desregulación financiera buscada por Trump: así es el nuevo número uno del Banco Central estadounidense, el primero en 30 años en no tener un doctorado en economía.

Jerome Powell, quien es el nuevo presidente de la Fed

Una paloma en política monetaria guiñando un ojo a la desregulación de Wall Street. En tres palabras: un republicano moderado. Estos son los signos particulares de Jerome Powell, el hombre al que el presidente estadounidense, Donald Trump, ha entregado el timón de la Reserva Federal. Abogado, financiero, conferencista, Powell tiene un currículum de prestigio, pero a partir de febrero -cuando asuma su nuevo cargo- será también el primer presidente de la Fed en los últimos 30 años en no tener un doctorado en economía.

Eso sí, los títulos no faltan. En 1975, a la edad de 22 años, completó un curso de primer nivel en ciencias políticas en Princeton y luego se graduó en derecho en Georgetown en 1979. Exitoso en la cuerda floja política, recibió asignaciones institucionales de administraciones de ambos colores. Lo más importante, al menos hasta hoy, es subsecretario de Hacienda obtenidos durante la presidencia de George Bush padre, entre 1992 y 1993. Veinte años después, en 2012, Barack Obama le asignó un sillón en el directorio del Banco Central Americano, donde fue confirmado en 2014 con mandato hasta 2028.

Entre funciones públicas, Powell mantiene una exitosa carrera en la industria financiera. De 1997 a 2005 trabajó como banquero de inversión para la grupo carlyle, uno de los gigantes de capital privado más importantes del mundo. Más tarde fundó la Socios de capital de Severn, sociedad de inversión especializada en el sector industrial. Pero eso no es todo: en 2008 se convirtió en socio gerente de Global Environment Fund, una compañía de capital privado y de riesgo que invierte en energía sostenible. Entre 2008 y 2012 fue académico visitante en el Centro de Política Bipartidista en Washington, donde se ocupa de los impuestos federales y estatales.

En definitiva, Powell sabe hacer convivir su alma política con la de financiero y obtiene consenso entre demócratas como en Wall Street. Por ello, la Casa Blanca ha decidido centrarse en él.

Desde que asumió la presidencia, Trump se atribuye la positiva situación económica que vive EE. UU., donde el PIB está en continua expansión y el desempleo está en su punto más bajo. Donald sabe muy bien que el La política monetaria expansiva de Janet Yellen, el vencimiento del número uno de la Fed. Por eso, poner a cargo del Banco Central a uno de los halcones republicanos ávidos de endurecimiento monetario –como John Taylor o Kevin Warsh, que también se mantuvieron hasta el final– hubiera sido una apuesta. Trump se habría arriesgado a cerrar el grifo de la expansión económica de la que le encanta presumir con sus propias manos.

Si solo hubiera estado en juego la política monetaria, Yellen habría tenido una excelente oportunidad de ser confirmada. En cambio, por primera vez en 40 años, un presidente estadounidense ha optado por no otorgar un segundo mandato a un gobernador de la Fed designado por su predecesor en el lado opuesto.

El partido se jugó en desregulación financiera. Yellen es partidaria de la Ley Dodd-Frank, la ley buscada por la administración Obama para frenar la especulación de los gigantes de Wall Street. Trump, por el contrario, siempre ha dicho que quiere cancelar esas regulaciones, que según él representan un lastre para la economía (aunque la salvaje desregulación fue la base de la crisis de 2008).

Al final, por tanto, tomó la presidencia Powell, el único candidato que se mostró a la vez a favor de la política monetaria de Yellen (que prevé una subida lenta y gradual de los tipos de interés), pero también de la desregulación de Wall Street. El único que logra complacer a Trump en todos los frentes, político y financiero. El hombre correcto en el lugar correcto, incluso sin un doctorado.

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