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Janello Torriani, el genio que conoció la perfección de la época

Cremona dedica una gran exposición a Janello Torriani, del 10 de septiembre de 2016 al 29 de enero de 2017, en las salas de exposiciones del Museo del Violino.

Janello Torriani, el genio que conoció la perfección de la época

Janello Torriani: su nombre es casi desconocido, aunque en vida se asoció muchas veces con el de Arquímedes. Logró fascinar a los dos soberanos más poderosos de su tiempo, Carlos V y su hijo Felipe II, quienes lo querían a su lado, considerándolo un genio como lo es hoy Leonardo da Vinci para nosotros.

A diferencia de Leonardo, Janello Torriani no sabía pintar, era un hombre rudo y todo menos noble, pero sus grandes manos de herrero sabían crear maravillas a las que aspiraba toda Europa: mecanismos extremadamente sofisticados, manejados por elaboradas combinaciones mecánicas que hoy están garantizados por la tecnología más avanzada.

De su mente y de sus manos salieron relojes perfectos, en sus decenas de funciones, y hermosos. Maravillosos autómatas que despertaron la admiración y asombro de las Cortes. Fue él quien elaboró ​​las aplicaciones de la suspensión cardánica aún en uso cotidiano, pero que tomó su nombre de otro, precisamente el Cardano.

Nadie puede decir con certeza cuándo nació, se supone que fue alrededor de 1500. La leyenda cuenta el hecho que ocurrió en el preciso momento en que nació Janello: un rayo atravesó el cielo para descargarse en el reloj de Torrazzo.
Como para prever que ese recién nacido estaría indisolublemente ligado al funcionamiento de los relojes.
En aquella época el Astrario de Giovanni Dondi era legendario, pero Torriani, por encargo de Carlos V, construyó el reloj planetario más complejo de la historia movido por unos 1800 componentes mecánicos llamados Microcosmos. De hecho, fue él quien inventó la primera fresadora para la construcción de ruedas dentadas. La empresa tardó más de veinte años en diseñarse y tres en construirse.
No se contuvo ante ningún desafío, ni siquiera ante lo que a todos parecía imposible, como el de subir las aguas del Tajo hasta lo alto del Alcázar de Toledo. En efecto, para el Rey de España construyó la primera máquina ciclópea de la historia que elevaba agua hasta una altura de cien metros (casi como el Torrazzo de Cremona) llevando 18 litros de agua al día al castillo real a lo largo de 300- ruta del metro.
La fama de Torriani lo llevó a participar en la reforma del calendario gregoriano: nadie conocía la perfección del tiempo como él.

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