Pablo Givan, primer ministro de Irlanda del Norte, ha dimitido, abriendo un nuevo enfrentamiento político en una Gran Bretaña que ya lidia con la polémica sobre las fiestas celebradas en Downing Street y el futuro del primer ministro, Boris Johnson. En la base de la decisión hay una vez más Brexit. Según Givan, de hecho, las reglas sobre el divorcio firmadas por la UE y el Reino Unido están haciendo mucho daño a Irlanda del Norte, que durante años ha estado en el centro de las negociaciones entre ambas partes y cuya posición ha frenado la negociaciones, llevándolas varias veces más allá del punto de ruptura.
El Protocolo sobre Irlanda del Norte
Basado en el Protocolo de Irlanda del Norte, una piedra angular del acuerdo Brexit, Irlanda del Norte permaneció dentro del mercado único y la unión aduanera mientras estaba gobernada por Gran Bretaña. El propósito de la decisión es evitar controles fronterizos entre Belfast y Dublínque forma parte de la UE. El problema es que, en virtud de esta elección, se realizan controles y trámites a la mercancía que llega a Irlanda del Norte procedente del resto del Reino Unido, sacándola de facto del mercado interior.
Según el Dup, el partido unionista al que pertenece Givan, el Protocolo “representa un amenaza existencial para la Unión y para el futuro de Irlanda del Norte dentro del Reino Unido” ya que sería una especie de frontera en el Mar de Irlanda”. Sir Jeffrey Donaldson, líder del Dup, habló de “locura económica”, explicando que “en los 217 días que llevo al frente de este partido el Protocolo le ha costado a nuestra economía 535 millones de libras”.
¿Belfast rumbo a elecciones anticipadas?
Por lo tanto, Irlanda del Norte avanza hacia elecciones anticipadas, con “gran decepción” del Gobierno en Londres, actualmente en conversaciones con la Unión Europea para encontrar un posible compromiso sobre la cuestión irlandesa. El ministro de Irlanda del Norte, Brandon Lewis, ha pedido a los sindicalistas que "reincorporen de inmediato al primer ministro". Previamente, el primer ministro conservador, Boris Johnson, había definido como "una locura" tener controles sobre bienes que circulan sustancialmente dentro del Reino y precisó que depende de los negociadores solucionar el problema, haciendo prevalecer el "sentido común".