El Papa Francisco barre las finanzas del Vaticano sin mirar a nadie a la cara. La renuncia de la diplomática bostoniana Mary Ann Glendon del Consejo del IOR son la última señal en orden cronológico de que estamos en el enfrentamiento y que el cambio está en marcha.
Ya el pasado 27 de noviembre lasalida del IOR del asistente de dirección Giulio Mattietti, que había tenido que defenderse de las acusaciones de proporcionar información confidencial sobre el banco del Vaticano a prelados y cardenales a su discreción. Pero evidentemente la limpieza no quedó ahí y no es casualidad que ahora tirando la toalla sea un estrecho colaborador de Mattietti como lo fue Glendon, cercano a la vieja guardia del IOR y en particular a la Lobby estadounidense encabezado por el cardenal Bertone y que fue particularmente influyente en la época del papado de Ratzinger.
Después de los escándalos que han seguido, el Pontífice se propone dar un cambio al IOR abandonando la llamada de los banqueros externos, que en el pasado han sido la causa de muchos problemas económicos y de imagen del Vaticano, y confiando en la nueva diarquía compuesta por el presidente Jean-Baptiste de Franssu y el director Gian Franco Mammì, que son una expresión de la Curia.
