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Negocios, liquidez y puertas cerradas: 2 tabúes a disipar

En las últimas semanas se ha sobrevalorado la brusquedad del vaciado de las arcas de las medianas y grandes empresas que en realidad a principios de 2000 gozaban de mejor salud de la que se dice y se ha subestimado la consecuencia de la recuperación paulatina sobre pérdidas de gestión que desalientan la reanudación

Negocios, liquidez y puertas cerradas: 2 tabúes a disipar

En las últimas semanas hemos escuchado por un lado a empresas quejándose de las arcas ya vaciadas por la pandemia y rogando el desembolso de mucha liquidez, por otro las autoridades sanitarias que recomendaron una lenta gradualidad del reinicio. Me parece sobreestimó la brusquedad de vaciar las arcas e se subestimó la consecuencia de la recuperación gradual sobre las pérdidas operativas.

EL BALANCE DE LAS EMPRESAS ITALIANAS

En lo que respecta al efectivo, a principios de 2020 las medianas y grandes empresas industriales italianas gozaban de mejor salud de lo que la gente piensa. Un año antes (las cifras finales agregadas más recientes son a 31 de diciembre de 2018) las empresas importantes habían capital de riesgo, liquidez y capital de trabajo de clase mundial. Permítanme ser claro, el origen de este excelente estado de salud se encuentra en el período de varios años caída de la inversión, por tanto, del flujo de salida, que fue muy inferior al flujo de entrada (procedente de la gestión económica interna), a pesar de que el flujo de entrada se vio recortado por una generosa política de distribución de dividendos a los accionistas. Las empresas utilizaron el superávit de flujo de efectivo (entrantes menos salientes) para pagar las deudas financieras a los bancos: aparte de pedir y no conseguir préstamos como se suele decir.

El estado de salud patrimonial y financiera a principios de 2020 fue capaz de afrontar durante mucho tiempo cualquier pérdida por cierre de fábricas. También porque las pérdidas habrían sido pequeñas dado que, con la producción paralizada, los únicos costes a soportar son los costes fijos (mano de obra y amortización), pero los despidos (por supuesto, siempre que lleguen de una vez por todas) alivianan el coste. de mano de obra y depreciación no son un gasto, son una provisión (además no urgente dado que se han congelado muchas cuotas de amortización de deudas con los bancos).

Por tanto, al inicio de la pandemia, el punto de la crisis no era financiero. Las empresas medianas y grandes tenían dinero. La situación de las pequeñas y microempresas era muy distinta y mucho más grave, a la que el gobierno prometió efectivo sin cumplir su promesa.

LAS CONSECUENCIAS DE UN REINICIO LENTO

En cuanto a la gradualidad del reinicio, esto se suma a las consecuencias organizacionales del distanciamiento social en los lugares de trabajo (fábricas y oficinas). La superposición de los efectos se traduce en un grado insuficiente de utilización de la capacidad de producción, o grado de ocupación de la capacidad de transporte (tren, autobús, avión), o grado de ocupación de las instalaciones de alojamiento (restaurantes, bares, hoteles) o comerciales (peluquerías, distribución minorista). El grado es insuficiente en el sentido de que es inferior al punto de equilibrioes decir, el punto de equilibrio en el que los costos operativos equilibran los ingresos. Por debajo de este uso hay una pérdida de gestión operativa. Por encima de la utilidad operativa.

Le recordamos que del resultado de explotación (beneficio positivo o pérdida negativa) se deben restar tanto las cargas devengadas por las deudas financieras, como las partidas extraordinarias de gestión y finalmente los impuestos. Todo esto para decir que cuando nos vamos, nos vamos, y los costos fijos despegan y pesan como una roca sobre los ingresos modestos. Si ya a nivel operativo está por debajo del punto de equilibrio, al final las pérdidas netas son muy fuertes y erosionan el capital invertido por los accionistas. Lo suficientemente fuerte como para disuadir a las empresas de reiniciar.

Por estas razones, las aerolíneas de bajo coste incumplen las normas sanitarias y llenan los aviones. Por tanto, las estructuras turísticas desisten de abrir, saben que su actividad dura la temporada estival y este año todo el verano coincidiría con el periodo transitorio de reinicio. ¿Por qué entonces abrir y perder una avalancha de dinero? Por esta misma razón, las compañías ferroviarias circulan pocos trenes todos los días e intentan equilibrar la baja demanda de pasajeros y la restricción sanitaria de llenar los espacios con el objetivo de mantenerse por encima del punto de equilibrio.

Para aquellas categorías que tienen costos fijos (alquiler de locales de comerciantes y peluqueros, tasa de concesión de propiedad estatal para establecimientos de baño) los toleran aunque permanezcan cerrados, es preferible volver a salir de todos modosporque poco es mejor que nada.

Toda la actuación del Gobierno ha mostrado una prudencia sanitaria muy justificable, pero una falta de sensibilidad ante estos dos aspectos imprescindibles para el sistema de las medianas y grandes empresas: el financiero (liquidez) con fábricas cerradas y el económico (pérdidas) con fábricas a reactivar. La conclusión es que una reducción en los tiempos de reapertura (compatible con la contención de la pandemia) es enormemente más importante que la distribución por aspersión (y en palabras más que en hechos) de liquidez a las empresas.


*Presidente del Observatorio Empresarial, Universidad de Roma "La Sapienza", Facultad de Ingeniería

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