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Los partidos son los verdaderos enemigos de Monti

El último ejemplo, las declaraciones de Alfano - Según el secretario del PDL, el IMU debe tener vigencia solo para este año, pero no ha dicho cómo mantener el imprescindible equilibrio de las finanzas públicas - La incursión demuestra una vez más que los partidos buscan fácil popularidad con propuestas demagógicas y poco realistas – El primer ministro debe tener cuidado

Los partidos son los verdaderos enemigos de Monti

Tal vez porque todo el mundo se lleva a seguir los tragicómicos sucesos de la liga, pocos diarios han dado la debida importancia a la auténtica propuesta bomba lanzada ayer en una entrevista con el Corriere da Angelino Alfano. El secretario del PDL dijo que a su juicio el Imu debe ser un impuesto extraordinario y válido solo para este año y que se debe hacer todo lo posible para evitar los aumentos en las tasas del IVA ya previstos para septiembre. Pero Alfano no dedicó ni una palabra a indicar cómo mantener el objetivo del equilibrio de las finanzas públicas, que además es fundamental no solo para los compromisos asumidos a nivel europeo, sino para tranquilizar a los mercados sobre la contención de nuestra enorme deuda pública.

Esta salida demuestra una vez más que partidos buscan popularidad fácil con propuestas demagógicas y poco realistas los cuales, hechos pasar por justos y compasivos con los sacrificios exigidos a los ciudadanos, en realidad terminan por agudizar los males del país al condenarlo a una larga depresión, como lo ha sido durante los últimos 15 o 20 años. Ninguna de las enmiendas propuestas por los partidos en el Parlamento a los decretos de Monti, como el de las liberalizaciones, iba en la dirección de reforzar las medidas de apertura del mercado, sino que, por el contrario, siempre se movía para tratar de reducir el impacto en los grupos de interés individuales cuya posición rentas vitalicias se ven afectados por estructuras más competitivas. fue lo mismo para reforma del mercado laboral donde, junto con los sindicatos, se buscó un compromiso que permitiera salvaguardar en la medida de lo posible las viejas garantías para aquellos (cada vez menos) que se encuentran dentro del fuerte de los empleados fijos. Si miramos entonces las propuestas que hacen muchos para estimular el crecimiento, que sin duda sería necesario, vemos que nunca van más allá de invocar un mayor gasto público o una menor fiscalidad, sin decir nunca, sin embargo, hacia dónde se debe ir. conseguir el dinero para hacer estas cosas que también serían deseables.

Alguien plantea la hipótesis de establecer una ley de propiedad para poder rebajar un poco los impuestos a los ingresos más bajos, sin considerar que laIMU ya es un balance como lo son los nuevos impuestos a los depósitos de valores que, además, ya están sufriendo la caída de las cotizaciones bursátiles. Lo cierto es que a estas alturas solo hay una forma que pronto podría proporcionar los recursos necesarios para reducir los impuestos sobre la renta del trabajo y sobre las empresas para apoyar tanto la demanda interna de consumo como las inversiones: y es hacer recortes drásticos en el gasto público por reduciendo no solo los gastos de los ministerios, sino los de las autoridades locales y el bosque de entidades que giran en torno al sector público. Pero ningún partido ha hecho propuestas en este sentido en los últimos meses. Emerge claramente que el sistema político en su conjunto defiende los espacios de poder ocupados por sus aparatos y su clientela.

La propia Liga abrumada por el escándalo del mal uso de los reembolsos electorales siempre ha luchado por preservar las provincias y sobre todo por evitar la privatización de las numerosas empresas locales de servicios públicos controladas por sus hombres. Esta es la verdadera traición a las promesas hechas a los ciudadanos del Norte que querían menos burocracia y menos impuestos. Aparte de los gastos de la trucha!

Il gobierno de Monti debe cuidarse del abrazo de los partidos que formalmente lo apoyan, pero que en realidad solo buscan fórmulas milagrosas para poder seguir haciendo lo que siempre han hecho, es decir, repartir dinero y asientos a sus clientes. Reducir el financiamiento público a los partidos es solo un aspecto, y ni siquiera el más importante, del trabajo general que debe hacerse para reducir el papel del Estado en la economía y la ocupación de todas las instituciones por parte de los partidos. En esto tiene toda la razón Emma Bonino quien, sola, llama la atención sobre los efectos deletéreos del fraccionamiento que impregna todas las instituciones públicas, desde la Rai hasta las autoridades sanitarias locales.

La reducción del gasto público pasa por un rediseño de las autonomías (eliminación de las provincias y unificación de los municipios), por el recorte drástico de las subvenciones derramadas sobre tal o cual sector productivo, por topes rígidos al gasto para la compra de bienes y servicios que ascienden a 130 millones al año y en los que obtener una rebaja del 10% sería una broma para cualquier buen directivo llamado a rehabilitar una empresa en crisis, y finalmente para una revisión integral de la administración pública simplificando trámites y eliminando oficinas innecesarias o duplicidades que desperdician tiempo. Si a esto le sumamos una lucha más eficaz contra la evasión fiscal (que parece que se está dando) podríamos tener los recursos adecuados tanto para reducir impuestos como para financiar aquellas obras públicas cuya falta genera graves deseconomías para nuestras empresas.

Il ministra giarda ha estado trabajando durante meses para finalizar los mecanismos de revisión de gastos que deberían conducir a estas reducciones de gastos. Técnicamente, este es un ejercicio complejo, sin embargo, el mayor obstáculo para la implementación rápida de los recortes de gastos parece ser político. Son las partes las que se verían más afectadas por la reducción de tantos cargos subgubernamentales y por el poder que se deriva de la entrega de regalos y la adjudicación de contratos. Ahora, el proyecto de ley de saneamiento fiscal que se discute actualmente en el Senado ofrece una oportunidad para aclarar las posiciones de todos los partidos, más allá de las declaraciones puramente propagandísticas.

Toda la atención se centra ahora en la reforma de la financiación pública de los partidos y sobre su renuncia a los 100 millones que debían cobrar antes de junio. Pero esto es sólo una pequeña parte del problema. Es necesario que Monti, aunque sea en tono sosegado y sin guerras de religión, interpele a los partidos sobre el recorte de gastos y sobre la reducción del aparato público. Las esperanzas de recuperación del país y la reapertura de perspectivas reales de crecimiento pasan por una reducción real del gasto público. Solo si hay un abordaje claro y valiente de este tema por parte del Gobierno, será posible obtener una mayor conciencia por parte de la opinión pública (actualmente desconcertada por las promesas fáciles de quienes intentan hacer olvidar sus responsabilidades). sobre quién realmente quiere cambiar la marcha de este país y quién solo quiere tapar los agujeros más grandes con la esperanza de poder seguir administrando de la misma manera que antes, la forma que nos llevó a la crisis actual.

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