Martin Kaymer gana el 114º US Open y vuelve a encontrar su mejor forma, mostrando un juego tan perfecto y seguro como para sugerir que su camino de victorias este año no acaba aquí. Pero ya ha hecho mucho, lo que solo ha conseguido en su carrera con grandes jugadores como Jack Nicklaus o Tiger Woods: de hecho, en la misma temporada ganó un WGC, el más importante, The Palyers, y un Major. Además, a sus 29 años, ya ostenta dos títulos de Grand Slam y una breve estancia en la primera posición del ranking mundial, en 2011, cuando fue número uno durante ocho semanas. Hoy este joven de Düsseldorf, con sus brazos lampiños, relucientes y musculosos como los de una muñeca, parece aún mejor de lo que era entonces. Más maduro, más sólido y los comentaristas de la PGA le ven dispuesto a desalojar a Adam Scott de lo más alto del Ranking.
En Pinehurst el No. 2 gana por 8 golpes, metiendo putts decisivos, sin perder la compostura en ningún momento de 72, interminables, hoyos. Su total de golpes es de 271 bajo par, una cifra extraordinaria en un campo que pone a prueba a casi todo el mundo. Solo hay otros dos jugadores con un signo menos en su puntaje: el californiano Rickie Fowler, de 9 años, ícono pop de este deporte para los adolescentes estadounidenses y Erik Compton, de 26, de Miami, verdadero héroe de esta aventura.
Compton está empatado en segundo lugar, pero se puede decir que ganó en Carolina del Norte. De hecho, en su biografía se lee que en la vida tuvo que experimentar tres corazones antes de encontrar el latido adecuado: el primero es el que le latía en el pecho desde que nació; el segundo se lo dio a la edad de nueve años, cuando padecía una miocardiopatía viral, por una niña llamada Janinne, a la que mató un conductor ebrio; el tercer corazón llegó hace siete años, después de un infarto. El donante esta vez era un atleta como él y su nombre era Isaac Klosterman, un exjugador universitario de voleibol de Ohio que murió a los 26 años en un accidente de motocicleta.
Compton murió y resucitó muchas veces en su vida, pero nunca abandonó el golf, incluso cuando los médicos se lo prohibieron después de su segunda cirugía. Su terquedad y su pasión eran más fuertes que cualquier receta. Claro que tiene que dosificar sus inversiones para no esforzarse demasiado, pero cuando decide salir a la cancha casi siempre deja huella y en esta ocasión hizo aún más, coronó un sueño “Ahora me parece que yo no tengo nada más que demostrar - dice al final de la cuarta ronda - incluso si no vuelvo a jugar al golf por el resto de mi vida, este resultado permanecerá como el sello de mi juego. No creo que nadie apueste a que terminaría segundo en un US Open. Quiero que la gente hable de mí no como un receptor de trasplante que juega al golf, sino como un golfista que ha tenido dos trasplantes".
En la lista de buenos jugadores de este difícil torneo hay que apuntar sin duda a Francesco Molinari, que pierde algunas posiciones en la última jornada, pero sigue en lo más alto de la clasificación con un total de 286 golpes, 6 por encima del par. Un resultado que le vale el puesto 23 empatado con el favorito de los favoritos ya que no hay Tiger y ese es Rory MIlory.
Adam Scott se confirma como número uno del mundo, conquistando un codiciado top ten, con 282 golpes, +2 a la par del recorrido, novena posición para él. Henrik Stenson decepciona un poco, con 281 tiros (+1), que alcanza un superlativo cuarto puesto, pero pierde muchas oportunidades para inquietar a Kaymer y revivir el espectáculo.
Finalmente, un buen torneo para Justin Rose, vigente campeón de 2013, que finaliza en la duodécima posición con 283 golpes (+3).
