comparte

Giuseppe Turani, en memoria de un gran periodista y amigo

Giuseppe Turani, fallecido ayer, fue un gran periodista que supo contar la economía como ningún otro - Su libro "Razza Mistress" escrito junto a Eugenio Scalfari hizo historia - Pero Turani también fue una persona llena de humanidad

Giuseppe Turani, en memoria de un gran periodista y amigo

Conocí a Giuseppe Turani allá por 1965 en una reunión en Milán del nuevo partido nacido de la escisión socialista: el PSIUP. Él era un joven oficial de la federación de Pavía y yo, militante, de la de Brescia. Llegué a la política de la provincia de la provincia: él de Pavía de Voghera, yo de Brescia de Valcamonica. Llegó a esa elección atraído por el imán de dos figuras históricas del socialismo italiano. Él de la de Alcide Malagugini y, para mí, de la tradición del socialismo montañés de Guglielmo Ghislandi. Ambos con una mochila personal cargada con la voluntad de “entender primero para luego cambiar las cosas”.

En verdad, en aquellas ocasiones milanesas incluso un poco perdidas ante las utopías febriles de Francesco Indovina o las más fascinantes de Cesare Musatti que, en aquella temporada, representó la guía ideológica de los compañeros milaneses. Una temporada corta que sin embargo nos mantuvo alejados de las correrías del 68 y su degeneración guerrillera.

Aterrizó no sin dificultad en el periodismo; yo después de una naja alpina de 15 meses en Cadore en el trabajo. Así nos reencontramos, en 1971, cuando en el Espresso tamaño hoja, su firma se había convertido en una de las más leídas y sus artículos (rigurosos por cierto) se podían leer de un tirón como una novela. Su libro "Razza Mistress", escrito junto a Eugenio Scalfari, hizo historia.

Turani buscó en el nuevo capitalismo italiano que creció al margen del triángulo industrial histórico y hereditario o del poderosísimo triángulo estatal, el signo de un país abierto dispuesto a la mayor transformación social de su historia: permitiendo la inteligencia, los talentos, la laboriosidad, al ahorro familiar para transformarse en la clase dirigente también como protagonistas económicos.

Le señalé la Brescia del acero, todavía clandestina a las oficinas de estudio pero fuerte y consolidada en el libre mercado europeo, creada y querida por la CECA, la Comunidad Económica del Carbón y del Acero, de hecho, la columna vertebral de la Europa política. Así nació la página de Espresso que sacó a relucir a Luigi Lucchini, el hombre “de la paloma de la fortuna, la que pasa sobre la cabeza de cada uno de nosotros cada cinco años. Solo hay que saber agarrarlo”.

De esa temporada nació una amistad conmigo y con Luigi Lucchini que duró muchos, muchos años. Esto explica las visitas casi mensuales a la redacción de la Carta Económica en Piazzetta Morandi: uno de los esfuerzos favoritos de Turani. La visita fue seguida por un desayuno en Cesarina's en el Rotisserie. Durante años, muchos años…

Las charlas con Luigi Lucchini eran menos frecuentes pero largas, detalladas, precisas. Turani aprovechó esos encuentros para escribir piezas reflexivas, profundas, sin la euforia de un título o una primicia. A Luigi Lucchini le gustaba esa reserva inteligente. Para mí Turani fue fuente de consejos, indicaciones y advertencias que facilitaron mis transiciones profesionales, incluso las más delicadas del período en Confindustria. Podía recordar tantos episodios. Me limito a la más triste y donde mi amistad apoyó al amigo descorazonado y asustado por la furia investigadora de Mani Pulite. Entonces todo se desvanecerá en una pompa de jabón.

Esa temporada dejó huella en su carácter porque medía amistades, conocidos, relaciones profesionales. Una señal interrumpida por la enfermedad que lo atrapó en las colinas de Piacenza en un día de nieve.

Comentarios sobre:Giuseppe Turani, en memoria de un gran periodista y amigo"

Revisión