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Epifani secretario barquero: ¿los dilemas del Partido Demócrata entre el partido, el gobierno y el país?

Un 2013 muy atribulado para el Partido Demócrata: de las elecciones ganadas y perdidas a la vez al psicodrama de votar por el Presidente de la República, el Partido Demócrata se encuentra ahora en la encrucijada de la Asamblea llamada a dar al menos una estructura provisional a la cima del partido de cara a un congreso que es todo menos fácil – secretario Epifani

Epifani secretario barquero: ¿los dilemas del Partido Demócrata entre el partido, el gobierno y el país?

En los últimos meses al Partido Demócrata le ha pasado de todo: el partido de Bersani ha perdido las elecciones aunque quedó primero por un pelo; no pudo hacer el cambio de gobierno anunciado; dio un mal espectáculo en las elecciones a Presidente de la República (basta pensar en los 101 francotiradores que derribaron la candidatura de Prodi, aclamada pocas horas antes por el pleno de sus grandes votantes); rompió con su aliado de campaña electoral (SEL), gracias al cual había obtenido el premio mayoritario en la Cámara; al mismo tiempo renunció el secretario, luego de que la generosidad institucional del Presidente de la República, casi obligado a la reelección, hubiera evitado lo peor para las instituciones y para el país. Finalmente, este partido, en evidente y profunda crisis, se encuentra ahora al frente de un gobierno de amplios acuerdos con Enrico Letta, en el que también participan ministros del PDL. Esta solución fue enérgicamente excluida tanto durante la campaña electoral como después.

Si este es el resumen de los episodios anteriores, queda claro lo difícil que está convocada la cita de la Asamblea Nacional el sábado 11 de mayo para dar al menos una puesta a punto provisional a la dirección del partido de cara a un congreso que parece todo menos fácil . Por supuesto, todo esto se da en un clima caldeado con algunas oficinas partidarias ocupadas y con las duras protestas de los círculos y militantes contra lo que queda de la dirigencia. No es casualidad que en los últimos días se hayan ido persiguiendo las más variadas soluciones para la secretaría o al menos la regencia del partido. Soluciones que nunca han logrado adquirir una consistencia robusta. Probablemente conducirá a una elección de garantía que al final debería al menos permitir el inicio de los procedimientos del Congreso.

Es en este contexto que Enrico Letta, hasta ahora vicesecretario del Partido Demócrata y principal colaborador del secretario saliente Bersani, se encuentra gobernando uno de los gobiernos más anómalos de la posguerra italiana, aunque complicado. Un gobierno que es difícil incluso de definir. Y que ciertamente no es ni puede ser un gobierno de "reconciliación nacional", pero que sí es un gobierno de necesidad.

Un estado, el de la necesidad, que también ha sido reconocido por el Partido Demócrata, que ha asumido la responsabilidad incluso a costa de hacer frente a la razonable y previsible y contundente protesta de los militantes. El problema es: ¿puede el Partido Demócrata, este Partido Demócrata en profunda crisis, sostener esta pesada piedra política en nombre del interés general del país? Creo que es muy difícil que lo consiga, pero en este punto tiene el deber de intentarlo. La historia y la identidad de la izquierda italiana (incluido el PCI) se lo impone.

Como recordaba recientemente Eugenio Scalfari Togliatti, tan pronto como regresó a Salerno, se encontró explicando al estado mayor del partido que era necesario apoyar nada menos que al gobierno de Badoglio, incluso fuera de la cuestión institucional aún no resuelta. Primero vino Italia para ser reconstruida. Otro gran líder del PCI, Giorgio Amendola, fue preguntado una vez por los trabajadores cuál sería la contrapartida para exigir el compromiso de las clases trabajadoras para reducir la inflación. Respondió que la contrapartida fue "la caída de la inflación". Aquí, también, el interés nacional estaba en primer plano. Finalmente los años de plomo, los del terrorismo y las Brigadas Rojas: una vez más la izquierda, el PCI y la CGIL, pagaron un alto precio, incluso en sangre, por haber antepuesto las instituciones democráticas y su defensa.

Como diciendo que la izquierda italiana siempre ha logrado (incluso desde la oposición) poner en primer plano el interés general del país. ¿Ocurre lo mismo esta vez con el gobierno de necesidad presidido por Enrico Letta? Responder afirmativamente no es fácil. Retomemos la referencia al gobierno Badoglio ya los gobiernos cielenistas. En esos grupos también había partidos de derecha: los liberales, tal vez los realistas. Pero los máximos responsables de la catástrofe, los que habían querido seguir hasta el final la aventura de Mussolini, no estaban. Hoy, sin embargo, en el gobierno de Letta hay berlusconianos (aquellos a quienes el Partido Demócrata considera los principales responsables de un largo período de crisis democrática). Y sobre todo está la presencia engorrosa, al margen, de su jefe. Lo que ciertamente no facilita las cosas al presentarse como el principal valedor y beneficiario político del gobierno de amplios entendimientos.

Si uno recorre las protestas que se suceden en sitios cercanos al Partido Demócrata, puede captar esta síntesis política: un gobierno con Berlusconi es aún peor para nosotros que un gobierno de Berlusconi. Una sentencia que ciertamente no facilita el ya difícil arranque del gobierno de Letta, pero que encuentra fácil explicación precisamente en la actitud de quienes, mientras convocan manifestaciones contra los jueces, invaden los televisores para vestirse con la ropa del estadista (muy mal gastado), luego concediendo benévolamente al gobierno a seguir adelante, a pesar de la llamada persecución judicial, reafirmada en su opinión, por injustas sentencias.

Para el Partido Demócrata, que ya tiene enormes problemas internos, resistir esta presión, incluso sin los sapos indigestos que tuvo que tragar en las comisiones parlamentarias (Nitto Palma, pero sobre todo Formigoni) será particularmente difícil. Dependerá de Letta (cuyas elecciones de ministros han parecido muy astutas) tratar de mantener el cuartel en marcha. Y no es casualidad que el Primer Ministro haya manifestado su intención de participar en la asamblea de su partido.

¿Podrá el Partido Demócrata resolver su crisis interna y garantizar un gobierno de necesidad para el país? Los pronósticos no son favorables, pero las dos cuestiones están íntimamente ligadas, y comienza precisamente con la asamblea nacional en la que Guglielmo Epifani, en base a un acuerdo de última hora, se convertirá en secretario del barquero hasta el Congreso de otoño.

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