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Energía, Europa no decide e Italia sale al frente

Tras el fracaso del G7 italiano, Europa necesita encontrar un equilibrio entre las fuentes renovables y las tradicionales para proteger las inversiones y los empleos, superando la inacción de EE. UU., dictada por Trump, en la lucha contra el cambio climático. Se necesitan propuestas nuevas y desafiantes, como impuestos ambientales obligatorios para productos que no utilizan fuentes de energía de fuentes contaminantes, mientras se protegen las fuentes tradicionales de menor impacto.

¿Encontrará Europa una gobernanza energética que satisfaga a los países miembros? Después fracaso del G7 italiano, la pregunta encontró una respuesta inicial en una resolución del Senado que pide la modificación de algunas directivas vigentes. Italia es el país más interesado en un intercambio sustancial de estrategias y objetivos.

El Ministro Calenda lo dijo varias veces, y ciertamente no esperaba que EE. UU. mantuviera el G7 en nuestro país de origen principio "trumpista” de no luchar contra el cambio climático, de no renunciar a los viejos combustibles. Sin embargo, el futuro se juega en otros escenarios. En Europa hay una necesidad urgente de una síntesis, de una equilibrio a medio plazo entre las fuentes renovables y las tradicionales para proteger las inversiones y los puestos de trabajo.

De fondo peligrosas carreras delanteras como las del M5S renovables hasta el amargo final. Cómo lo hizo Cricket escribir que para el 2030 todo será así, entonces sigue siendo un misterio. Las energías renovables, es cierto, están en el centro de estrictas estrategias industriales y las tradicionales resisten por la contribución histórica que han dado y siguen dando a la economía europea. Por ello, las comisiones de Industria y Medio Ambiente del Senado han pedido un proceso interactivo entre la Comisión Europea y los Estados miembros sobre los planes nacionales integrados de energía y clima.

no importa si Triunfo no encaja: al menos la UE trabaja para mejorar los objetivos de energía y cambio climático. Italia quiere ponerse a trabajar. Estamos en vísperas de una nueva estrategia energética que también deberá corregir las distorsiones fiscales y los incentivos ocultos a los combustibles fósiles.
Europa por sí sola no puede quedarse quieta con la firma de acuerdos climáticos COP 21 en París. Puede actuar obligando a los países miembros - dicen los senadores italianos - a gravar el medio ambiente a favor de los productos que no utilicen energía procedente de fuentes contaminantes. Es una sugerencia que favorecería mucho las energías renovables.

Sin embargo, no es posible cerrar con el pasado en unos pocos movimientos. Sería perseguir sueños y no tener en cuenta el complejo sistema de producción y suministro de energía tradicional. Las fuentes de menor impacto como el gas deben ser protegidas, dice la resolución italiana. Y los grandes proyectos de transporte intereuropeo con el compromiso de grandes grupos italianos están vinculados a esta fuente.

Arriesgado predecir el peso del documento italiano a la vaguedad europea. El dato positivo por ahora es que la sensibilidad mostrada por dos comisiones parlamentarias va al corazón de un problema planetario que involucra a millones de ciudadanos europeos y a sus derecho a tener asegurada la energía útil para el desarrollo de sus ciudades.

 

 

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