la plaga de robos en centrales electricas no es sólo un asunto italiano. Si en Italia continúan los robos de cobre, con graves consecuencias en la distribución de electricidad o en la circulación regular de los trenes, en el estado alemán de Brandeburgo este año ya se han denunciado al menos 14 episodios de robo de paneles solares fotovoltaicos, para un total de daños estimado en dos millones de euros. Las empresas que gestionan estas plantas se ven obligadas a adoptar estrictas medidas de seguridad y en varias otras regiones se evalúan programas para proteger plantas cada vez más importantes: en Baviera la capacidad fotovoltaica instalada es de 9,6 gigavatios, suficiente para cubrir las necesidades de 2,3 millones de hogares.
El problema es que los equipos solares son fáciles de vender y difíciles de rastrear, por lo que las compañías de seguros son reacias a comprometerse con los reclamos de energía fotovoltaica. Los robados en su mayoría terminan en Europa del Este, donde la demanda está en auge. Sin embargo, el fenómeno de los robos en este sector ya ha afectado a Italia y España, que ya han puesto en marcha sistemas de seguridad para frenar los hurtos.
