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Crisis globales: hay que gestionarlas o todos perderán

China, Brasil, Rusia ensombrecen la recuperación en Occidente. ¿Es posible evitar la secuencia negativa centrada en las guerras cambiarias, el proteccionismo en el comercio mundial y la regurgitación de los nacionalismos, como en parte ya está ocurriendo? El viceministro Calenda apuesta por un G20 decisorio en el que chocar pero encontrar soluciones efectivas para todos

Crisis globales: hay que gestionarlas o todos perderán

La crisis de China a la que se suma la de Rusia y los BRICS, en primer lugar Brasil, ensombrece la recuperación de las economías occidentales, especialmente las de los países europeos. El riesgo es que sin un esfuerzo coordinado por parte de las principales economías, cada una desarrollará su propia línea de defensa que inevitablemente pasa por devaluaciones del tipo de cambio, cierres proteccionistas del comercio mundial, para finalmente conducir a un resurgimiento del nacionalismo político que ya muchos problemas que ha causado en el último siglo.

Este tema, tan importante para los destinos económicos y no sólo económicos de nuestro mundo, fue discutido ayer en un seminario organizado por la Fundación de Economía Tor Vergata, presidida por el prof. Luigi Paganetto, y en particular por el grupo de estudio cuyo objetivo es Revitalizing Anemic Europe. Junto a Carlo Calenda, viceministro encargado del comercio internacional, dialogaron sobre cómo gobernar mejor las crisis económicas que se manifiestan en varios puntos del planeta y que, dejadas a su suerte, pueden generar problemas políticos de no poca importancia. .

Ya hay muchas señales preocupantes de un retroceso en el libre comercio. En Europa, los poderes de la comisión de comercio internacional se están debilitando a favor de estados individuales y parlamentos individuales. Las negociaciones multilaterales para la liberalización del comercio están estancadas y están siendo reemplazadas por negociaciones entre grandes áreas como las que existen entre EE.UU. y Europa y entre EE.UU. y el Pacífico. Mientras tanto, el estallido de la crisis china -como dijo di Calenda- podría ser profundo y duradero, ya que el cambio del modelo productivo de orientado a la exportación al desarrollo de la demanda interna requerirá vencer una formidable resistencia política y un gran coraje en configurar un sistema de bienestar que permita a los individuos tener la seguridad del futuro y por lo tanto poder consumir sus ingresos sin temor.

Entre otras cosas, la crisis china podría tener fuertes repercusiones negativas en África, donde en la última década las inversiones de China contribuyeron fuertemente al crecimiento de todo el continente. Si se reducen estas inversiones, ¿qué consecuencias podríamos tener en la emigración de millones de africanos a países europeos? Para entender la magnitud del problema, basta pensar que las remesas de los emigrantes ayudan a sostener las economías de los países africanos por 54 millones de dólares al año frente a poco más de 60 millones de inversiones internacionales (especialmente de China).

Las dificultades económicas ya han provocado una guerra de divisas. Empezó el dólar, luego llegó el yen japonés, luego Europa respondió provocando una devaluación del euro de más del 15% con el QE. Ahora los chinos dan muestras de no querer quedarse con el partido en la mano. Las barreras comerciales, en lugar de derribarse, se restablecen aquí y allá y, por lo tanto, se corre el riesgo de volver a una guerra comercial, debido a una concepción "mercantilista" que se ha recuperado de los viejos estantes de la historia antigua.

Finalmente, el avance del nacionalismo político ya está a la vista de todos. Basta ver la Rusia de Putin, pero también el gran desfile chino para celebrar la Victoria contra los japoneses, el rearme del propio Japón. Y en la propia Europa, los partidos nacionalistas tanto de derecha como de izquierda (como en Grecia) están ganando fuerza en todas partes.

¿Qué herramientas existen para detener el avance de esta secuencia negativa: guerras de divisas, proteccionismo, nacionalismo político? No parece haber una conciencia clara de los peligros a medio plazo con los que nos encontramos en el mundo. La propuesta que prepara el viceministro Calenda, y que espera se concrete en otros países europeos, es convertir el G20 en una reunión puntual de jefes de Estado y de Gobierno, sin una agenda precisa y sin capacidad de centrar la discusión en los temas cruciales del momento, en un foro donde los líderes mundiales son presionados para abordar los temas geopolíticos y económicos verdaderamente cruciales. Esto transformaría al G20 de un evento social a un verdadero foro de toma de decisiones, con tensiones y enfrentamientos. Pero al menos habría lugar para aclarar que el camino de cada uno por sí mismo puede conducir no a la salvación, sino al desastre general. Como ya hemos visto en el siglo pasado es un juego en el que todos perderían.

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