Bajo el primer aspecto, lo que Napolitano ha aclarado con el máximo rigor es la cuestión de la soberanía popular invocada inapropiadamente por muchos en el PDL para argumentar que la condena de Berlusconi ofende a 10 millones de votantes. En una democracia moderna los jueces son terceros frente a los demás poderes y no se puede argumentar que la condena de un exponente político anula el voto de muchos votantes. Esos votantes, dice Napolitano, pueden estar representados temporalmente por una cúpula diferente o por un comité. En definitiva, en ningún caso una sentencia está en conflicto con la libre expresión del voto popular.
En cuanto al Gobierno, es cierto que sería absurdo derribarlo después de tres meses, pero también es cierto que para asegurar la recuperación internacional, el Gobierno debería decidir lanzar una serie de reformas incisivas superando los vetos de la partidos que la apoyan y que hasta el momento solo permitieron postergar algunas decisiones. Sobre todo, estos partidos parecen converger, como se desprende del trabajo parlamentario, en un solo punto: aumentar el gasto público y por tanto oponerse con fiereza a cualquier intento de hacer una política de recortes y más aún de desinversiones tanto inmobiliarias como mobiliarias. bienes públicos.
Las corporaciones locales defienden entonces a las empresas de su propiedad aunque, como ha demostrado el Tribunal de Cuentas, son las principales causantes del aumento del déficit presupuestario de las propias entidades. En definitiva, los políticos defienden no solo sus salarios sino su poder para repartir escaños o puestos de trabajo a sus clientes. Ahora está claro que si el gobierno de Letta no encuentra fuerzas para atacar el baluarte del gasto público, no se podrán reducir significativamente los impuestos, empezando por los del trabajo y de las empresas, estimulando esa recuperación de competitividad que se necesita para propiciar la recuperación internacional. Letta, en cambio, fue acribillado por Berlusconi en el tema Imu, que ciertamente tiene su importancia más desde un punto de vista político-propagandístico que estrictamente económico, y no pudo o no quiso relanzar la pelota proponiendo medidas drásticas. recortes en el gasto público y reducción de la carga de las corporaciones que bloquean la competencia y, por lo tanto, mantienen ciertos precios de bienes y servicios anormalmente altos.
La presidenta Napolitano tiene grandes méritos en esta etapa. Las alegaciones de 5 estrellas son ridículas. Pero llegados a este punto, además de defender la existencia del Gobierno, también debería señalar con más claridad las disposiciones básicas que, a su juicio, espera el país para salir finalmente de una recesión tan larga y profunda en Italia debido a a los gravísimos errores políticos cometidos por los gobiernos de Berlusconi se sumaron las rigideces doctrinales de la izquierda política y sindical.