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Capitalismos frágiles: ¿hacia dónde se dirige el mundo del trabajo? Un cuaderno de la Fundación Feltrinelli

Por cortesía del autor, publicamos un extracto de la introducción al Cuaderno de la Fundación Feltrinelli sobre trabajo e inseguridad en los "furiosos años XNUMX"

Capitalismos frágiles: ¿hacia dónde se dirige el mundo del trabajo? Un cuaderno de la Fundación Feltrinelli

Las elecciones generales de 2022 no solo revelaron la incertidumbre generalizada y la gran demanda de tranquilidad entre las trabajadoras y trabajadores italianos, pero han confirmado algunas tendencias, que son todo menos episódicas: desconfianza hacia la política y el aumento deabstencionismo; enfermedad social de los trabajadores más débiles, que han orientado su voto hacia la derecha; amplio escepticismo hacia la oferta política del centro-izquierda, salvo una pequeña parte de las clases medias urbanas. Al mismo tiempo, los grandes actores colectivos, como yo sindacati, obligados a hacer frente a las múltiples emergencias materiales cotidianas, no se han mostrado capaces de desarrollar estrategias contractuales e institucionales capaces de mirar hacia delante.
Con el fin de la normativa anti-Covid, en los últimos meses la mercado de trabajo ha tratado de recomponerse, dejando sin embargo grandes focos de descontento, tanto entre los trabajadores como en las empresas. Muchas empresas no encuentran personal y otros tantos empleados han dimitido o no encuentran satisfactorios los puestos que se les ofrecen.

CAPITALISMOS FRÁGILES: ¿A DÓNDE VA EL MUNDO DEL TRABAJO EN LOS FURIOSOS AÑOS VEINTE?

En este marco, evidencia de la periferia del trabajo en el discurso público y la sustancial exclusión de los grupos sociales más vulnerables, ¿hacia dónde va el mundo del trabajo? ¿Cuáles son los cambios más importantes que se están produciendo y qué debemos esperar en el futuro?

Estamos ante una gran maraña, no disuelta, en años ilusionados que han definido de forma imaginativa -pero no demasiado- los "furiosos años veinte". Y, sin embargo, hay un retraso en muchas lecturas que circulan hoy ante este trastorno, pero también en la reactividad en las intervenciones de las instituciones y de los actores clásicos de las relaciones laborales. Debemos darnos cuenta que el panorama productivo que nos rodea ha cambiado de manera irreversible, que los espacios urbanos y de trabajo ya han sido rediseñados, y que demandas de regulación y protección, antes inimaginables, presionarán en los próximos años. A nuestro alrededor encontramos una población de camionetas y repartidores que penetran en nuestras vidas, mientras las oficinas están parcialmente deshabitadas y las empresas con visión de futuro están reorganizando -y simplificando- sus espacios hacia métodos de coworking. Un mundo en el que los resultados tienden a contar más que las horas de trabajo tradicionales. Un mundo en el que más que la precariedad y la discontinuidad, parece tomar forma un pueblo comprometido en un vasto y heterogéneo universo terciario, cada vez más condicionado por las grandes plataformas tecnológicas, y encarcelado en un gran número de 'pequeños' trabajos (mini-jobs), caracterizada por una creciente inestabilidad, horarios de trabajo estresantes, contenido deficiente y salarios modestos (lo que también ayuda a entender por qué tantos los rechazan).

CAPITALISMOS FRÁGILES: GRANDES CAMBIOS PERO AÚN NO UNA GRAN TRANSFORMACIÓN

En definitiva, la gran convulsión que se está gestando aún no se ha convertido en una 'gran transformación' por diversas razones. Porque aún están en marcha las réplicas de un proceso que las tecnologías hacen imparable y continuo. Porque sus críticas empiezan con dificultad a abrirse paso y a emerger, pero hasta el momento no se han traducido en un claro 'contramovimiento', capaz de mantener bajo control los aspectos más cuestionables y más desfavorables para los trabajadores y de introducir fuertes prácticas alternativas. Porque hasta ahora los grandes actores colectivos, como los sindicatos, obligados a hacer frente a las múltiples emergencias materiales cotidianas, no se han mostrado capaces de elaborar estrategias contractuales e institucionales que sean capaces de mirar hacia adelante y mostrarse plenamente a la altura de estos desafíos (incluso si los pasos evolutivos, como el de la regulación de la trabajo inteligente, se han hecho, sin ser realmente concluyentes).

En otras palabras, la fiebre, que preexistía a la pandemia, sigue siendo elevada y se sustenta en una precariedad laboral generalizada y no resuelta, que incluso se ha incrementado para algunos sectores y colectivos. Básicamente, lo que podemos observar es un escenario de trabajo en movimiento y todo menos pacificado, lo que hace referencia a la necesidad de intervenciones. reformistas, tanto en términos de detalle y periódicos, como de mayor alcance y ambiciones de diseño (a partir del relanzamiento de la inversiones publicas para la creación de puestos de trabajo de mayor calidad). En definitiva, aquella actividad de mantenimiento ordinario, pero también de obligado reordenamiento extraordinario, del mundo del trabajo, que esta situación exige de manera más apremiante.

°°°El autor es profesor titular de Sociología del trabajo en la Universidad La Sapienza de Roma

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