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C de Cine, el manual de la gran pantalla

C de Cine, el manual de la gran pantalla

El término proviene del griego Cinema, que significa “movimiento” al que se añade gráphein, “escribir”: los dos términos unidos significan “escribir en movimiento”. Las áreas de referencia semántica son: la técnica, referida a todo el conjunto de dispositivos necesarios para rodar y reproducir una película, tanto analógica como digital (lentes, motores, carretes de medios o tarjetas de memoria, dispositivos de audio, etc.); el arte, entendido como la capacidad de expresar una historia, una historia, un acontecimiento a través de imágenes y dar una visión propia y original de lo que se pretende comunicar; el lugar, referido al entorno específico donde se proyecta la película, que parece ser la definición común y predominantemente aceptada; finalmente la industria, refiriéndose al complejo de actividades pertenecientes a la producción y distribución de un producto cinematográfico que, en la era moderna, extiende su perímetro a la televisión e Internet. El término puede usarse con un significado más general, figurativo y metafórico: cuando se refiere a una representación compleja de eventos o situaciones con desarrollo dinámico. Es común decir "el cine de mi vida", o "estás haciendo un cine" o incluso "no actúes como en el cine".

Treccani utiliza esta definición: "El conjunto de actividades artísticas, técnicas, industriales que contribuyen a la creación de espectáculos cinematográficos (películas) y también todas ellas, como obra global, como expresión concreta del arte en el campo de la fantasía o la información herramienta, documentación científica, con fines educativos, informativos, recreativos".

El cine nació cuando, con diversos trucos de filmación y montaje, se intentó dar movimiento a imágenes estáticas, generalmente tomadas con equipos fotográficos. Los primeros experimentos tuvieron lugar en Francia a finales del siglo XIX, atribuidos a los hermanos Lumiere pero, en realidad, gracias a Charles-Émile Reynaud, y en Estados Unidos, a Thomas Edison. La autoría de la invención es muy controvertida ya que la patente no fue registrada de inmediato, lo que permitió desarrollar la técnica de tiro y proyección con diferentes herramientas y técnicas. La secuencia dinámica de las imágenes seguía sin transmitir correctamente la idea de una historia y se le añadió un texto narrado en la sala -inicialmente leído por un responsable- y luego una pista de fondo, la banda sonora. Cuando esto era de especial importancia, era posible incluso tener toda una orquesta en la sala (como sucedió, como ejemplo significativo, con la Napoleón de Abel Gance del 1927).

El primer elemento del cine consiste en rodar una secuencia de primeros planos de un mismo sujeto a una velocidad perceptible por el ojo humano similar a la real (posteriormente establecida como estándar internacional alrededor de la década de 20 en torno a los 24 fotogramas por segundo, fps – fotogramas por segundos). De ahí el término cámara de cine, es decir, una máquina capaz de fotografiar una rápida sucesión de fotografías y grabarlas en una película (inicialmente celuloide). Este término es similar a cámara, donde la diferencia sustancial se refiere precisamente a la forma de grabar las imágenes (soporte digital).
El segundo elemento se refiere a la proyección. Solo capturar o grabar imágenes no es suficiente para definir el proceso cinematográfico. Es necesario que éstos puedan visualizarse en un soporte adecuado, generalmente la "gran pantalla" que luego, en la era de la televisión, se convierte en la "pequeña pantalla". Finalmente, el tercer bloque se refiere a la distribución. La propia naturaleza de la historia en imágenes presupone que la intención del autor es permitir que el público más amplio posible asista a las proyecciones, incluso si las tomas pueden ser amateurs y, por lo tanto, destinadas a un público muy limitado.

Nombres legendarios en la historia del cine pertenecen a la letra C. Como la última vez, mencionamos dos, uno "mundial" y otro italiano. El primero es Charles Spencer. "Charlie Chaplin, el segundo es Luigi Comencini. A nuestro juicio, el crítico del Corriere della Sera Giovanni Grazzini dio la mejor definición de Charlot, nombre con el que se le conoce en todo el mundo: "Tenía en su sonrisa las lágrimas del mundo y en las lágrimas de las cosas que hacía". alegría brillo de la vida. Tocado por la gracia del genio fue el guante invertido de nuestra civilización, la miel y la bofetada, la burla y el sollozo; era nuestro reproche y nuestra esperanza de ser hombres. … Así fue, así es, así será siempre: el débil vilipendiado, el derrotado burlado, la dignidad del hombre pisoteada por el opresor y el soberbio, y el candor, la inocencia malinterpretada por ingenuidad, y son en cambio la fuerza de el justo: aquí hay tragedia teñida de comedia, farsa teñida de drama. El largo viaje de un pesimista europeo, de sangre gitana y judía, lleno de antiguas penas, hecho para convencerse de que vale la pena creer en el hombre; este es el tránsito de Chaplin, el sentido de su obra como artista universal”. Todo esto volcado en películas inolvidables. Mencionamos las más conocidas: Il pillo de 1921, Luces de la ciudad de 1931, Tiempos modernos de 1936, El gran dictador de 1940 y Limelight de 1952. Suficiente para desandar no solo páginas fundamentales de la historia del cine sino también para repasar en una misma persona todas las infinitas variables de la naturaleza humana que un actor es capaz de representar.

El segundo nombre que mencionamos es considerado uno de los protagonistas de un género y una época del cine italiano de especial relevancia: Luigi Comencini. Su notoriedad surge con fuerza en 1953 con Pan, amor y fantasía con Vittorio de Sica y Gina Lollobrigida. Eran los años del "neorrealismo" y le debemos esa deriva "rosa" que le hará entrar con todo su mérito en la estela de la "comedia italiana" junto a Mario Monicelli y Dino Risi de la que aún vivimos de las rentas. Otras obras importantes suyas: Tutti a casa de 1960, luego aborda con fuerza el tema de la infancia y la adolescencia con Incompreso de 1966 y con Las aventuras de Pinocho de 1972 (que también tendrá una adaptación televisiva) y por último Marcellino panel e 1991 vino.

Última notación con C para Cinecittà. Llamado "Hollywood sobre el Tíber" y lugar icónico de la gran pantalla italiana por lo que ha marcado profundamente, especialmente en los años transcurridos entre la Segunda Guerra Mundial, todo el desarrollo del cine nacional. Inaugurado en 1937, destruido por los bombardeos y luego reconstruido en 1947, ha visto trabajar a las mejores generaciones de directores italianos, Federico Fellini a la cabeza con la dolce vita de 1960, así como innumerables episodios de la saga del “western italiano”.

 

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