Las empresas también ofrecerían trabajo, pero no hay demanda. A la tendencia, que en el pasado también ha suscitado feroz polémica, se une el director gerente de Fincantieri, Giuseppe Bono, quien hablando en la conferencia organizacional de CISL expresó su opinión clara y rotundamente: “En los próximos 2-3 años necesitaremos 5-6 mil trabajadores pero no sé a dónde ir a buscarlos. Estamos hablando de carpinteros, soldadores… Llevamos 10 años trabajando, crecemos a un ritmo del 10%, pero parece que los jóvenes han perdido las ganas de trabajar”. Palabras que no suenan nuevas: uno de los primeros en aludir a tal dinámica fue el subsecretario de Bienestar del gobierno de Renzi, Michel Martone, quien definió a los jóvenes de hoy como "bebés grandes y exigentes". Antes y después, los ministros Elsa Fornero y Giuliano Poletti también se expresaron en este tono. Por otro lado, es muy reciente la polémica por los trabajos de temporada de verano, que ya nadie querría hacer "porque prefieren la renta básica", habían denunciado algunos turoperadores de la Riviera Romagnola.
Sin embargo, si la plantea un directivo que lidera uno de los grupos italianos más importantes, la pregunta adquiere un significado aún más importante: “En lo que se refiere a la cultura del trabajo, somos peores que la Unión Soviética -aventuró Bono-: somos regimentado El otro día salió una estadística que decía que 70% de los graduados son hijos de padres no graduados. Y esto es algo bueno. Pero ellos no pueden encontrar trabajo, sus padres sí. Entonces la pregunta es: o el trabajo de los padres no está o los hijos no quieren hacerlo”. “No encontramos gente que venga a trabajar para nosotros – se quejó entonces el número uno de Fincantieri, un grupo naval con una facturación de 5,5 millones (récord en 2018, +9% sobre 2017) y casi 9 mil empleados -. Escucho mucho sobre trabajo, crecimiento, infraestructura, puertos y carreteras. Creo que dentro de un tiempo tendremos más universidades que egresados, más puertos que barcos, más aeropuertos que pasajeros. Estos son los desperdicios del país que no puede darse una visión completa de lo que tiene que hacer. Lo queremos todo y queremos que los demás lo hagan”.
“El trabajo es dignidad – concluyó Bono -. Si uno se contenta con ser jinete por 500-600 euros, con nosotros, un trabajador medio gana 1.600 euros al mes. Entonces creo que si uno quisiera mirar al futuro, no se conformaría con ser piloto. No es que ser jinete canse menos que ser soldador. Lamentablemente hemos cambiado de cultura”.
