La mayoría de la gente está acostumbrada a analizar la economía de un coche partiendo del cálculo del consumo. En el caso de los combustibles de origen fósil (gasolina, gasóleo y GLP) los parámetros habitualmente observados son la relación km/litro o litros/100 km (L/100 km). Para el metano, en cambio, se considera el factor km/kg (el rendimiento energético teórico de 1 kg de metano corresponde a unos 1,675 litros de gasolina). La llegada de los coches eléctricos ha introducido una nueva unidad de referencia: kWh/100 km. Por tanto, cobra importancia identificar un criterio de equivalencia entre la energía contenida en un litro de gasolina y la que puede almacenar la batería de un coche eléctrico.
El americano EPA (Environmental Protection Agency) lo ha hecho asociando la energía de 3,785 kWh a un galón de gasolina (33,7 litros). Es decir, 1 litro de gasolina contiene unos 8,9 kWh de energía. Llegados a este punto puede resultar interesante observar el consumo de un modelo tan extendido como es el Volkswagen Up, decaído según tres motorizaciones diferentes. Las cifras declaradas por el fabricante del automóvil son respectivamente 4,3 L/100 km para la versión de gasolina de 48 kW, 2,9 kg/100 km para la versión de metano de 50 kW (ambos valores están calculados en el ciclo combinado) y 14,5 kWh/100 km. para la configuración eléctrica con 61 kW de potencia (estándar WLTP). El consumo del modelo con la batería se puede convertir así en 1,6 L/100 km de gasolina equivalente.
Pasando al cálculo económico del citado kilometraje para las tres versiones, obtenemos estas cifras: 6 euros para el modelo de gasolina y 2,83 euros con la propulsión a metano. Para el equipamiento eléctrico, en cambio, hay que tener en cuenta múltiples opciones de repostaje. En el caso de la recarga a través de infraestructuras públicas, por ejemplo, Enel X ofrece una tarifa de 0,40 €/kWh en corriente alterna AC. Este valor baja a unos 0,20 €/kWh utilizando un sistema de recarga doméstico (considerando un contrato doméstico residente en el servicio de protección reforzada). Por lo tanto, es necesario desembolsar 5,8 euros o 2,9 euros. Pero se puede abaratar aún más el gasto seleccionando planes específicos de operadores energéticos en el mercado libre, o en el caso de autoproducción de energía a través de paneles fotovoltaicos, hasta que pase a ser gratuita bajo determinadas condiciones (como ocurre con los Supercargadores Tesla y en los centros comerciales, por ejemplo hipermercados Iper). Por no hablar de los menores costes de mantenimiento y desgravaciones fiscales a favor de las máquinas a batería frente a sus "primos" con motor de combustión interna.
Sin embargo, otro elemento a examinar es también la calidad ambiental del combustible utilizado para impulsar un vehículo. Los coches eléctricos ya tienen hoy en día una gran ventaja: de hecho, pueden recargarse con energía procedente de fuentes totalmente renovables. Estos también representan el componente principal en el mix promedio nacional utilizado para la producción de energía eléctrica (40,83%), según lo confirma el informe GSE de 2018. Y la cantidad está destinada a crecer en el futuro para lograr los objetivos establecidos en el PNIEC (Plan Nacional Integrado de Energía y Clima) para 2030.
En definitiva, al igual que el sector agroalimentario, en el que los productos orgánicos y biodinámicos están provocando transformaciones radicales en cadenas productivas intensivas, los vehículos eléctricos pueden ayudar a rediseñar el escenario energético en el mundo del transporte, haciéndolo progresivamente independiente de los hidrocarburos. Por lo tanto, los automovilistas italianos tienen en sus manos las llaves de su futuro.
