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Algas: ¿alimento del futuro o problema ecológico?

Utilizadas desde hace miles de años, también en cosmética, las algas representan un sector en crecimiento exponencial. Pero aún quedan muchas dudas desde el punto de vista ambiental, cultural y económico. Esto es lo que surgió durante el evento organizado por Slow Food y la Región de Liguria

Algas: ¿alimento del futuro o problema ecológico?

también la alga son parte de la alimentación del futuro. Un producto con un gran valor proteico, nutricional, sabroso pero sobre todo sostenible: no requieren agua ni fertilizantes y dan cobijo a muchas especies marinas. Pero, ¿qué sabemos realmente sobre este nuevo alimento? Slow Fish respondió a la pregunta durante el evento organizado en Génova hasta el 4 de julio por Slow Food y la Región de Liguria para cuestionar la complejidad de los ecosistemas marinos.

En la cita"¿Jardines de algas o monocultivos de algas? Si las algas se convierten en los nuevos maizales…”, recolectores de todo el mundo discutieron el valor ambiental, económico y social de este preciado recurso, condenando los sistemas de cultivo insostenibles como una amenaza para el ecosistema, al tiempo que mostraron la posibilidad de una industria de algas marinas “correcta” desde un punto socio-ecológico de vista.

Hay muchos variedad de algas en el mundo, entre 30 mil y 1 millón, pero muchos de estos son desconocidos para nosotros. Se diferencian en color, sabor y consistencia, pero en conjunto son esenciales para la vida en el abismo y, al mismo tiempo, producen oxígeno como subproducto de la fotosíntesis de la clorofila. Según algunas estimaciones, las algas absorben alrededor de un tercio del dióxido de carbono atmosférico y son uno de los ecosistemas más productivos del mundo capaz de sobrevivir en ambientes extremos.

Actualmente, las cultivadas rinden sobre 6 millones a nivel mundial, con perspectivas de crecimiento muy altas cada año. A la cabeza del ranking se encuentran China e Indonesia, donde la mano de obra es muy barata, mientras que EE. UU. y Europa intentan cerrar la brecha.

Pero, ¿es el cultivo de algas una solución a los múltiples problemas ambientales y alimentarios o simplemente un nuevo problema social? Según el Banco Mundial, el cultivo de aprox. 500 mil toneladas de algas consumiría 135 millones de toneladas de carbono, o el 3,2% de la cantidad absorbida por el mar debido a las emisiones de gases de efecto invernadero.

Sin embargo, los efectos de la introducción de especies "alienígenas" en nuestros mares no siempre pueden preverse. Según algunos estudios, ha habido casos de destrucción de ecosistemas junto con la privación de oportunidades socioeconómicas para toda la industria pesquera que, por otro lado, debe su supervivencia a esos ecosistemas marinos.

Después de todo, siempre se trata de acuicultura, una técnica desacreditada por los ambientalistas. Sobre el tema el experto estadounidense Pablo Molyneaux afirmó que “el único crecimiento económico real es el que permite prosperar al medio ambiente, los ecosistemas y los recursos naturales en general. Y la agricultura no garantiza todo eso”.

Depende del tipo de enfoque según el recolector de algas silvestres amanda nadador, fundador de Dakini Tidal Wilds en la isla de Vancouver. La suya, a diferencia de otras, se basa en una relación más sana entre el mar y el ser humano.

“Durante los primeros años después de iniciar mi negocio, Dakini Tidal Wilds, en 2003, vendía mis algas a tiendas naturistas y a un solo restaurante, especializado en alimentos crudos y cocina vegana”, dijo la canadiense Amanda Swinimer durante una entrevista. Mi clientela en ese momento era principalmente gente interesada en los enormes beneficios para la salud de este alimento. Poco conocidas en Occidente, las algas marinas, lamentablemente, disfrutaban de la reputación de ser "extrañas y con sabor a pescado". Pero alrededor de 2014 esa reputación comenzó a transformarse de rara a maravillosa. Me emocionó que fueran reconocidos no solo por sus propiedades saludables y nutricionales, sino también apreciados por su umami único. Atribuyo este maravilloso logro en gran parte al increíble talento de muchos de los chefs que están haciendo un trabajo pionero en la actualidad".

También presente en el evento Antonio Labriola dell 'Alianza de Chefs de Slow Food. Para su región propone una receta antigua hecha con "mischiglio", es decir, una mezcla de harinas recuperadas de los agricultores en los molinos y enriquecidas con restos de harina de legumbres, garbanzos, lentejas y almortas. Todo ello aderezado con espirulina que aporta al plato un buen olor a mar y un gran aporte proteico. Con el mischiglio, Labriola también elabora pastas tradicionales (cavatelli y ferricelli) que, según el público de Slow Fish, se sazonan con buen pescado de las comunidades pesqueras de Lucania y con pimientos cruschi, ingredientes que representan a la perfección la sinergia entre el mar y la tierra.

¿Y las algas? Labriola las compra en la pescadería si está en Turín, mientras que en Basilicata recoge personalmente algas y plantas marinas silvestres, como la salicornia (o espárrago de mar) y el hinojo marino.

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